Opinión

VOX y las pistolas

Un candidato a la presidencia del Gobierno que apenas concede entrevistas en medios audiovisuales pero que, a golpe de tuits, marca la agenda política de una precampaña suscita, como mínimo, cierto interés general. Me lo confirma cada día el «minuto a minuto» del informativo que hacemos los periodistas de Antena 3. La curva de la audiencia –y de la expectación– sube con Santiago Abascal, ese líder emergente que se nos apareció un día a caballo, reconquistador de la España unida, y del que apenas nos suena la voz. Ocurrió algo parecido años atrás, con la irrupción de los entonces inseparables Iglesias y Errejón. Podemos estaba de moda; ahora la novedad se llama VOX.

Asombrada me tiene Abascal por el equipo de militares que ha rescatado del retiro; anonadada por su intención peregrina de modificar el Código Penal para que los «españoles de bien» puedan poseer armas en sus hogares por si alguien les asalta, en defensa propia.

No seré yo quien critique a estos generales –no les conozco personalmente y, para más señas, soy hija de un hombre sensato, inteligente, humano y, por cierto, militar–, pero no acabo de comprender la atracción fatal del líder de VOX por el ambiente castrense, hasta el punto de querer incorporarlo en masa a la actividad política y parlamentaria de un país tan complejo como España. Los militares en ejercicio, lo mismo que los guardias civiles y los policías, conviven con la pistola por obligación. Están aquí para defendernos con un arma, si es preciso. Gracias a ellos, disfrutamos de tasas de baja criminalidad. ¿A qué viene entonces semejante propuesta?

Mira que arrastramos problemas. Nos preocupan el paro, la corrupción, las listas de espera en los hospitales... No nos preocupa la inseguridad. A más armas, siempre más violencia y muertes. Lo demuestran las estadísticas, amigos de VOX. ¿Para qué semejante debate, con la que está cayendo? Mi padre, como tantos compañeros, era muy consciente de lo que tenía entre manos. Guardaba su pistola en una caja fuerte. Jamás se mencionó aquel objeto. Desapareció para siempre cuando él se jubiló. A eso se le llama responsabilidad. Ahora que se han pegado ustedes un tiro en el pie con el fallido fichaje de Fernando Paz, olviden las armas. ¡Reseteen! Al César, lo que es del César.