Opinión
Carlos Manuel Valdés
Llevamos una racha penosa de publicaciones en la que, con la excusa de acabar con la leyenda negra, se difunde lo que podríamos denominar la leyenda blanca. He ido leyendo esos volúmenes –alguno ha vendido muy bien– y me deprimen su pésima metodología y la ignorancia escandalosa de las fuentes históricas comenzando por los historiadores de Indias. No dudo de que algunos consideran que presentan argumentos sólidos como la roca, pero, en realidad, la roca es sólo la caspa sucia y volátil. Un texto totalmente diferente por su inmensa calidad historiográfica es «Los bárbaros, el rey, la iglesia» del historiador mexicano Carlos Manuel Valdés. La obra aborda la situación de las tribus del noroeste mexicano bajo dominio español. A diferencia de tanto juntaletras de pacotilla difusor de la leyenda blanca, Valdés no sólo conoce extraordinariamente bien a los historiadores de Indias sino que además ha profundizado en cerca de treinta archivos eclesiales y civiles para componer un cuadro macizo, sólido y documentado de la Historia real.
Por añadidura, Valdés es un conocedor directo de la situación de los indígenas mexicanos con los que ha trabajado durante décadas. Dicho sea de paso, esos indígenas –en contra de las encendidas e ignorantes afirmaciones de la leyenda blanca– han sufrido y sufren una suerte mucho peor que la experimentada por los indios de Estados Unidos y el Canadá. En las páginas del libro, se encuentra Historia real muy lejana de formulaciones apologéticas. Los indígenas debieron elegir entre la sumisión económica en un régimen de semi-esclavitud impuesto por la corona y la iglesia católica o el exterminio literal.
No pocos prefirieron resistir antes que aceptar cualquiera de esas opciones, pero la suya fue una lucha desesperada y más cuando, por ejemplo, el virrey arzobispo Antonio de Vizarrón, en 1727, ordenó a uno de los militares a sus órdenes que «ha de exterminar a los gentiles de su interior si no quieren reducirse al Evangelio». En otras palabras, los indígenas debían elegir entre someterse y convertirse al catolicismo o ser exterminados sin excepción. Por supuesto, también hubo algunos clérigos distintos del arzobispo que ampararon a los indios e indígenas que se bautizaron varias veces porque así conseguían comida o un sombrero. Leer a Carlos Manuel Valdés resulta obligado y más en un tiempo en que, en medio de una grave crisis nacional, hay majaderos que pretenden solucionarla defendiendo la inquisición.
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