Opinión
España pendiente
El SOS lo ha enviado Aznar desde Guadalmina. En una proclama disparada por WhatsApp reclama la unidad del voto. Zarandea a los indecisos: «Si las cosas siguen como van y no existe una unificación masiva del voto de la derecha en torno al partido que tiene más posibilidades, las elecciones se van a perder de modo irremediable». Todavía hace una semana el cuerpo de indecisos alcanzaba el 41%. En el país de las adversativas todos ocultan sus naipes. Las dudas crecen entre los jóvenes y las mujeres. De su determinación dependerá el fortalecimiento del bloque constitucional o el triunfo de un PSOE cesarista.
Un PSOE esculpido a imagen de un acabado discípulo de Trump. Entregado a la ambivalencia caviar del PSC y vendido a las infumables artes de Iceta, un tipo que o bien sufre una inmunodeficiencia severa de convicciones progresistas, y de ahí su indisimulado seguidismo de las tesis nacionalistas, o bien le importa todo un huevo con tal de perpetuarse. Recuerden las palabras de la ministra Meritxell Batet: «Si hay más de dos millones de personas en Cataluña que no reconocen como suyo ese marco constitucional, pretender imponerlo no nos va conducir a ninguna solución, habrá que sentarse a hablar, escuchar las razones y argumentos». Que defienda que la Constitución de todos pueda derogarse y/o ignorarse según circule el humor del cliente la convierte en una grave amenaza para la seguridad jurídica y la igualdad.
Durante su alocución, dramática, Aznar tenía a su lado un olivo, el árbol al que cantó Miguel Hernández. El poeta cabrero hablaba con orgullo de España. Perdió la guerra pero no su país. Para Aznar no hay duda. O los que titubean espabilan o en España «se producirá una mutación constitucional, un cambio de régimen de consecuencias imprevisibles, que se está comenzando a ver con la violencia que se está ejerciendo en contra de los partidos de centroderecha».
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