Opinión

El precio de la división

Pensar que el centro derecha podría ganar con tres opciones divididas era una quimera en la que nadie debería haber creído con seriedad. Quienes insistían en la solución andaluza no estaban en la realidad: la ley electoral española, al ser muy proporcional en las grandes ciudades, pero muy mayoritaria en las pequeñas provincias, castiga la división y favorece a la fuerza que va en cabeza, en este caso al PSOE. Por eso ganó por los pelos el PP de Rajoy en las anteriores generales, y por eso ahora ha sido castigado. En las circunscripciones menores el voto dividido ha ido directamente a la cosecha socialista.

Las encuestas muchas veces se equivocan, pero en esta ocasión, en líneas generales, han acertado. El Partido Socialista va a poder mandar pactando con Podemos y apoyos de los nacionalistas, sobre todo ERC, pero también con Cs. O sea, tiene asegurado el gobierno. Lo mejor para Sanchez sería apoyarse en Rivera. Es el mal menor. Pero igual no va a ser posible, y en ese caso funcionaría el acuerdo con Iglesias. Ese pacto significaría probablemente que el gobierno no fuera monocolor, sino que habría carteras podemitas, lo cual no debería suponer dificultad a corto plazo, aunque sí problemas de convivencia a largo. Por eso también es bastante probable que Sanchez consiga formar un gabinete sin dar entrada a nadie de otras formaciones.

La realidad de este resultado es que Sánchez ha sido más astuto que el centro derecha desunido. Le ha funcionado la convocatoria anticipada de elecciones y la movilización del electorado con el voto del miedo a Vox. Pese a perder claramente la batalla de los debates televisivos, ha sabido ganar la guerra final.

Casado trabajó mucho durante la campaña, pero no ha podido superar las herencias. Además, su equipo cometió errores al confeccionar las listas, lo que no ha ayudado a la integración interna. Tiene derecho a perder, como en su día les ocurrió a Aznar y Rajoy, pero el castigo parece en exceso severo. Ha caído por la derecha y también por la izquierda. El peor escenario.

Ciudadanos es el otro ganador, después del PSOE. Crece bastante y se queda a las puertas de desbancar al PP. Lo mejor para Rivera sería poder llegar a acuerdos con Sanchez, eso ayudaría probablemente al país, pero carece de la fuerza suficiente, y no puede jugar sus cartas con la contundencia que le gustaría. Al PSOE le vendría bien el pacto con Cs, pero ese acuerdo no es hoy por hoy imprescindible.

La subida de Vox era previsible y sería un éxito teniendo en cuenta que partía de la nada pero al final ha terminado siendo menos del que ellos mismos preveían: es un resultado muy alejado de los 50-70 escaños que su gente distribuyó a través de las redes sociales. El resultado sería estupendo sino fuera porque vendieron la piel del oso antes de cazarlo. La Reconquista y Covadonga no han sido suficientes. En definitiva, la derecha tripartita y dividida tiene que reflexionar, buscar lugares de encuentro y alcanzar fórmulas de alianza que permitan llegar a la unión de lo que hoy está roto. En el pasado el PSOE gobernó durante años porque enfrente no tenía una opción de liderazgo capaz de cohesionar a las opciones opuestas al socialismo. Algo que se podría repetir en los próximos años si no hay un referente claro que aglutine a lo que hoy es mero personalismo. Por lo demás, se demuestra una vez más que cuando la participación es muy alta no hay quien frene a los partidos del ala izquierda.