Opinión

Reagrupamiento

El experimento de Navarra ha dado buen resultado. El reagrupamiento de las fuerzas de centro-derecha es la mejor fórmula para recuperar el poder y evitar que caiga en malas manos. Esto es especialmente acuciante en las zonas periféricas, donde amenazan las fuerzas disgregadoras y centrífugas. Por ejemplo, en Cataluña. En esta operación política, de verdadera envergadura, no se puede contar con los socialistas, y menos con el actual inquilino de la Moncloa, porque siempre andan entre dos aguas, con el corazón partido, como se comprobará en el Viejo Reino y en el desenlace del «caso catalán». La unión efectiva, no sólo táctica, de populares y ciudadanos a la hora del reparto y recuperación del poder local y regional será el contrapeso necesario al poder de Pedro Sánchez en este extraño rebrote del socialismo en España mientras desfallece en toda Europa. España –otra vez a contrapelo– se ha convertido en la reserva socialista de Occidente. Más dura será la caída. Las urnas confirmaron el domingo a Pablo Casado como líder de la oposición. No ha habido zarpazo. Pero Ciudadanos de Albert Rivera sigue ganando posiciones y se consolida como una formación que va conquistando espacios de poder. Será la más cortejada porque tiene la llave de importantes Ayuntamientos y Comunidades. Ahora se verá si pastelea en algunos sitios o mantiene su propósito de no dar ni una satisfacción a Sánchez, del que no se fía y al que considera un peligro público. En estos pactos se la juega. Le van a poner delante constantemente el espantajo de Vox, que es un partido más constitucionalista y menos ultra que Podemos o que los soberanistas catalanes, con los que Sánchez negocia a calzón quitado. Por lo demás, en estos comicios del domingo se ha comprobado que la llamarada inicial de Vox es ya menos intensa y que los votos de la derecha empiezan a reagruparse en torno al PP, con Casado en condiciones de emprender la recomposición de su partido y la reconquista del poder. También los votos de la izquierda abandonan los círculos de Podemos y vuelven al PSOE. Pablo Iglesias, que aspira a gobernar con Sánchez, ha sido el gran derrotado de la noche. Aquí los extremistas tienen poco porvenir. Se abre una etapa en la que, después de la experiencia andaluza, populares y ciudadanos se disponen a gobernar juntos en importantes Ayuntamientos y Comunidades empezando por Madrid, de fuerte valor simbólico. Debería ser una experiencia convincente para el futuro reagrupamiento electoral como en Navarra o, si fuera posible, para el reagrupamiento efectivo de todo el centro-derecha.

Se abre una etapa en la que, después de la experiencia andaluza, populares y ciudadanos se disponen a gobernar juntos en importantes Ayuntamientos y Comunidades empezando por Madrid, de fuerte valor simbólico. Debería ser una experiencia convincente para el futuro reagrupamiento electoral como en Navarra o, si fuera posible, para el reagrupamiento efectivo de todo el centro-derecha