Opinión

De amargas victorias... y dulces y eficaces derrotas

El juego de

palabras no es mío,

como sin duda saben, pero me permito tomarlo prestado de Felipe González y los

suyos que la aplicaron en 1996 a un Aznar y a un Partido Popular que acababa de

derrotarles por primera vez en las urnas, pero con un margen de votos y una

mayoría

parlamentaria tan exigua que le volvió loco para gobernar durante aquella

primera legislatura.

Ni la

situación

tiene que ver -aquella España con esta- ni los comicios han sido los mismos ni

el margen con el que los socialistas han vencido este domingo, 26 de mayo, ha

sido precisamente escaso. Pero cierto es que, una victoria que ha sido

indiscutible, se ha visto empañada por la imposibilidad que sufrirá la

izquierda para gobernar en enclaves muy importantesalgunos,

como Madrid, emblemáticos. Pero vayamos por partes.

El PSOE y

la exitosa ola ‘sanchista’

El PSOE ha sido el vencedor

claro de estas elecciones municipales, autonómicas y europeas. Ha ganado en diez

de las doce comunidades cuyos parlamentos debían ser renovados… pero solo

podrá gobernar,

a la espera de negociaciones y pactos, solo en seis. Tanto Page en Castilla La

Mancha como Fernández-Vara

en Extremadura han hecho sus deberes y han arrasado. Pero en Baleares, Asturias

o Canarias, lo más

probable es que tengan problemas para gobernar, por los pactos de las fuerzas

de la derecha. Los pactos ‘de perdedores’ enviarán al partido de la calle Ferraz a

la oposición,

a pesar de haber sido los más votados. ¿Injusto? Bueno… son

las reglas. En política

lo importante no es ganar, sino poder gobernar. Y al PSOE y a Podemos les ha

ocurrido exactamente lo mismo que al PP en 2015. Así es la política y así es la vida:

circular, como sostienen desde hace siglos los metafísicos. 

Introduzco ya aquí la marca

del partido que fue el claro derrotado de la noche electoral: Podemos y Pablo

Iglesias. Un líder

que se ha visto devorado por su éxito de 2015, y cuya incapacidad

para gestionarlo, le arrastra, poco a poco, a la irrelevancia política.

Madrid, ¿salvación de Pablo Casado?

Especialmente dolorosa para

la izquierda ha sido la pérdida

del emblemático

ayuntamiento de Madrid.  Y el ver como se

esfumaba, en los últimos

minutos de un recuento de infarto, la posibilidad, certeramente acariciada, de

que Ángel

Gabilondo se hiciera con la presidencia de la Comunidad de Madrid. Sé que

buena parte de la izquierda se consuela insistiendo en que Madrid no es más que eso,

la capital… pero

un ayuntamiento más.

No es cierto. Quienes esto repiten ahora por las esquinas son los mismos que

sostenían

que si el PP perdía

la Comunidad y no lograba recuperar el Ayuntamiento, Pablo Casado tendría que hacer

la maleta. La expulsión

de Manuela Carmena ha dolido… y mucho. La implosión de Podemos, con la abrupta salida

de Errejón

hacia una nueva marca -la suya- y la aventura de un Sánchez-Mato

que ha cosechado… ¡40.000 votos! han privado a la carismática ‘abuela de

las magdalenas’ de

seguir cuatro años más

en su despacho de Cibeles. El fracaso, de nuevo, del PSOE en la capital, donde

Pepu Hernández

no ha sabido ilusionar, no ha ayudado a ‘Ahora Madrid’ a

mantenerse. ¡Dicho lo cual hay que esperar para ver como van las negociaciones

de los pactos! En política NADA está hecho hasta a cuando no se firmen los

pactos de gobierno.

En realidad, el hundimiento

de Podemos, motivado por su división, ha hecho perder la mayoría de los

famosos Ayuntamientos del cambio’ de 2015 para la izquierda: Carmena

en Madrid, Colau en Barcelona y también Zaragoza o las tres grandes

Ciudades gallegas -menos Vigo (donde Abel Caballero revalidada su mayoría absoluta) – Ferrol, La Coruña

y Santiago de Compostela. Solo se salva ‘Kichy’, por su buena gestión, aunque

se queda a un escaño de la mayoría absoluta.

Ciudadanos: ‘la llave naranja’

Ciudadanos analiza ahora de

qué lado caer. Ha ganado medio millón de votos,

es cierto, aunque no ha logrado el ansiado ‘sorpasso’ al PP. Si hace un mes, Ciudadanos

quedó a doscientos mil votos del partido de la calle Génova, los ‘populares’ le han ‘metido’ ahora casi

dos millones. Pero tienen sobrados motivos para estar satisfechos; tienen ‘la llave

naranja’ :

en Madrid, en Castilla y León -donde C’s puede apoyar al PSOE o al PP- en

Aragón,

donde si los de Rivera se juntan con Vox y el PP, los socialistas se quedan sin

el Gobierno -aunque no está claro- y Murcia, donde Ciudadanos podría gobernar,

si quisiera, con el PSOE, la mayoría apuntan a que lo hará con la derecha, yo

considero que las presiones y la sombra de pactar con la extrema derecha de

VOX, podría dar sorpresas de última hora. Inés Arrimadas ha explicado esta mañana que

estudiarán

caso por caso y que ‘no

se trata de pillar cacho’

sino de conformar los mejores gobiernos. 

Las melosas palabras del

presidente del Gobierno en la noche del domingo no parece que vayan a hacer

mella en la Ejecutiva nacional de los naranjas, que hilarán muy fino

y decidirán lo que más conviene a Albert Rivera y a su partido. Ignacio Aguado,

fue muy claro tras confirmarse los resultados definitivos: ‘Mañana mismo

llamaré a Isabel Díaz Ayuso’, pero repito que nada está hecho

hasta a cuando no llegan las firmas. Ser partido bisagra cara al próximo futuro

es tarea complicada, pero podría ser una gran oportunidad para confirmarse como

la auténtica opción de centro y desarrollar una estrategia ganadora en los

próximos años.

Podemos, en barrena

Podemos se desploma de forma

sobresaliente. Desaparece, por ejemplo, en Castilla La Mancha y pierde en el cómputo global…

¡860.000 votos! La mitad de ellos se los han llevado, por su lado, Íñigo

Errejón

e Izquierda Unida. Una voz tan autorizada como la de Juan Carlos Monedero

reconoce el desplome e insiste en que Podemos no puede ser solo ‘un partido

que funciona en las televisiones y con unos liderazgos muy estrechos’. Y va más lejos: ‘Iglesias

debe hacer autocrítica,

pero tampoco hay que matar a Pablo’.

Podríamos detenernos, hasta el

cansancio, en el análisis

plaza por plaza de la debacle morada. Baste el dato de Madrid para entender lo

que ha costado el ‘capricho’ de Íñigo

Errejón:

en la Asamblea de Madrid el fraccionamiento 20 escaños de Errejón frente a

7 de Isa Serra.

Lo peor es que, dos días después, los líderes ‘morados’ no parecen

haber entendido nada y siguen enredados en peleas de patio: que si Vistalegre

II, que si Errejón

ha sido un ‘mata-alcaldesas’… una

pena. Quedarán

reducidos, si no despiertan, al mínimo espacio que ocupaba el PCE de

los 80 y la IU de Anguita en los 90, que jamás pasó de los 20 escaños en el

Congreso de los Diputados.

Y como de la tragedia a la

farsa no hay más

que un paso, Iglesias, que no dio la cara en la noche del domingo, comparecía el lunes

para seguir reclamando para Podemos una posición nuclear que no existe ya más que en su

cabeza. Y postulándose

para un Ministerio. Me temo que las risas en La Moncloa serán perfectamente

descriptibles.

Vox: ¿la llave verde?

Algunos no lo ven pero,

aunque no guste, los de Abascal (que han perdido un millón de votos

en un mes) pueden ser decisivos, nada menos que en Madrid, por ejemplo, con 12

escaños autonómicos.

Murcia es la otra comunidad en la que los de Abascal serán

decisivos. Ayuntamientos como el de Santander, Burgos o también el de

Madrid, dependerán

de que bajen o no el dedo. De momento, exigen, cosa que no hicieron en Andalucía, entrar

en gobiernos como el de la Comunidad de Madrid. Le van cogiendo el gusto a la

moqueta, por tanto. Esto ya se ve que es contagioso. Díaz Ayuso,

sin careta, ha dicho que vería con buenos ojos esa entrada en su gobierno. Ya

sabemos que el poder lleva a pactos indeseados pero espero y deseo que tanto el

Partido Popular como Ciudadanos tengan muy claro lo que quiere decir firmar

gobiernos de coalición con un partido de extrema derecha como VOX. En la mayoría

de los países europeos la tentación de gobernar con los populistas de extrema

derecha no está dando buenos resultados, considerar que en España puede traer

renta electoral además de poder, puede ser un error tremendo a medio plazo.

Estaremos muy pendientes de

lo que ocurra de ahora en adelante; pero ya que iniciábamos

este articulo con una frase redonda, cerraremos con otra que también

pretende serlo: han sido unas elecciones en las que los ganadores no están

demasiado contentos ni los perdedores demasiado tristes.