Opinión
Encuentros y desencuentros
Le había dicho a mi editora Pilar Gómez que iba a escribir de pactos postelectorales, del valor de la palabra dada a los electores en el fragor de una campaña electoral, porque al final, el voto a un partido es la escenificación del contrato del votante con esa formación política. El ciudadano que ha votado al PP le va a exigir que cumpla con la letra de bajar impuestos y crear empleo. Y el que ha votado a Ciudadanos le va a exigir que cumpla con la letra de no pactar con el PSOE porque si quisiera que gobernara la izquierda ya la habría votado, que tonto no es.
Y en estas andaba, cuando empiezan a producirse dimisiones en cadena de Unidas Podemos en Castilla-La Mancha y Galicia por la debacle electoral. Un efecto dominó que no sabemos si tendrá más consecuencias o si contará con más réplicas. Entretenida estaba, contando las fichas que iban cayendo, cuando salta la noticia de que la estrella Manuel Valls, que ya venía estrellada de Francia, ofrece sus seis concejales a Ada Colau para que forme gobierno y así, según él, frenar el independentismo. Más le valdría recordar la definición que Albert Boadella hizo de Colau en un mitin en el que también participaba Valls «es una gran independentista camuflada», dijo. Y ante tal despropósito Rivera no ha tenido más remedio que desmarcarse. Qué manía les ha dado a los partidos políticos con fichar estrellas como si no supieran que incluso las estrellas más brillantes se quemarán al final. Querida Pilar, es muy difícil hablar de encuentros y desencuentros entre partidos de cara a los pactos postelectorales mientras estos partidos no arreglen sus encuentros y desencuentros internos y sepamos con qué trebejos cuentan y cuántas piezas tienen.
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