Opinión

Repetición electoral, otra «milonga»

Tal vez hayamos comenzado a «italianizarnos», al fin y al cabo no somos tan distintos, pero en España llevamos ya unos años en los que la sociedad desarrolla con toda normalidad su día a día, sin que se resientan incluso indicadores como los económicos a pesar de la inestabilidad institucional derivada de los bloqueos entre partidos. Casi como si los ciudadanos llevaran un ritmo y la política otro distinto desde un universo paralelo.

En Italia el fenómeno lleva décadas y en nuestro país, justo desde que al vilipendiado bipartidismo comenzaron a flaquearle las piernas comienza a adoptarse casi como una máxima de normalidad dentro de la anormalidad. Tal vez por ello ahora algunas voces sacan a colación incluso la hipótesis de una repetición de elecciones generales propiciada por Sánchez, vivida la de 2016 ante la imposibilidad de Rajoy para ser siquiera investido presidente y a un palmo de haber acabado abocados a unas terceras elecciones si una mala tarde de octubre en la sede socialista de Ferraz no lo hubiera remediado. Pero toca sin embargo ser un poco consecuentes frente a lo que no va más allá de una mera amenaza velada desde el partido socialista frente a quienes solo hipotéticamente resultarían especialmente perjudicados por una vuelta a las urnas y nuevo reparto de cartas, entiéndase la formación de Iglesias agarrado como clavo ardiendo a sus 42 escaños necesarios para la investidura.

De entrada en ningún sitio parece estar escrito que repetir elecciones garantice grandes bandazos respecto al resultado anterior y la experiencia de las citas de 2015 y 16 fue bastante concluyente a la hora de marcar que el deseo de los electores no variaría sensiblemente por el hecho de ser reiteradamente llamados a votar. Súmese a ello alguna otra variante nada menor, como es el hecho de que una jugada casi maestra de Sánchez y su exitoso primer asesor en estas lides Iván Redondo convocando generales un mes antes de las municipales y autonómicas, no contaría ya con los mismos factores de entonces para repetir el pleno. La «foto de Colón» tuvo su momento, oportuno pero sin «depósito de recarga». Ahora ya resultaría como poco difícil volver a la venta del «espantajo» del tsunami de extrema derecha que amenazaba con inundar de escaños de Vox la carrera de San Jerónimo, a ese truco se le ve el cartón confirmados los 24 muy respetables pero testimoniales escaños conseguidos por la formación de Abascal. Tampoco piérdase de vista el hecho de que en la derecha pueden ser torpes, pero no absolutamente torpes y ya saben de la amarga medicina que supone concurrir a unas elecciones divididos y regalando entre otras cosas al PSOE toda una mayoría absoluta en el Senado.

Podrían tropezar en la misma piedra... o no, por no hablar ya de la ausencia de unos «viernes sociales» a los que se exprimió hasta la última gota. Ergo, repetición electoral casi va a ser que no. Más bien se le concederá a Iglesias un pago no precisamente discreto aun no siendo gobierno de coalición, tras pasarse el líder morado ramita de romero en mano una cuantas semanas persiguiendo a Sánchez para leerle la buena ventura.