Opinión
Sánchez: El candidato no tenía nada que ofrecer
Les confieso que, a pesar de los años que llevo siguiendo muy de cerca la política internacional, y por supuesto la española, y tras haber presenciado muchos debates de investidura, en este país y en otros, sigo conservando una notable capacidad de sorpresa.
Lo vivido en el
Congreso de los Diputados durante estos últimos
días, me entristece
reconocerlo, ha sido de un surrealismo tal que hubiera sido un perfecto
argumento para el Berlanga más puro, el más auténtico.
Soy consciente de
que en España se está escenificando, por
primera vez, una necesaria búsqueda de un
gobierno de coalición. Cierto es también que, tras unas semanas de bloqueo
que han parecido interminables, el pasado viernes 19, Pablo Iglesias ejecutó una
jugada maestra al declarar públicamente que
dejaba de ser un escollo y se echaba a un lado, sacrificándose así en aras de la consecución de ese gobierno de progreso que
tendrá que ser
necesariamente de coalición y no otra cosa.
Tras este cambio de
timón, la pelota
quedaba en el tejado del aspirante; el candidato Pedro Sánchez que sorprendentemente, en sus
intervenciones para pedir la confianza de la Cámara, fue incapaz de explicarnos - o nosotros de
entender bien - cuáles son sus intenciones.
Un candidato que pretendía que le regalaran el poder
El debate al que
hemos asistido no ha sido más que la proyección de los tres meses previos de
negociación en los que hemos
percibido con nitidez que Sánchez no ha
interiorizado que tiene solo 123 escaños, no 180... y que para gobernar con tan
magro poderío hay que negociar
hasta la extenuación, buscando lealtad
y ofreciendo confianza.... y
contrapartidas, a ser posible porque ni en política ni en la vida nadie regala ya cheques en
blanco.
La sinceridad, la
transparencia, la lealtad, la búsqueda de esa
confianza mutua entre quienes pueden llegar a ser posibles socios de gobierno
son las grandes claves de la negociación política... más en un momento tan delicado como el
que está atravesando España. Un candidato a
la presidencia que, por lo demás, bien parecería sacado de 'House of Cards', como un
Frank Underwood a la española; maniobrero, astuto y supuestamente bien
asesorado para conseguir sus propios objetivos. Por eso yo hubiera esperado de él otro tono, otro enfoque y otra
actitud con quienes no le queda más remedio que entenderse si quiere volver a La
Moncloa con plenos poderes. Lejos de ello, ni un guiño en sus dos horas de
discurso, ni un compromiso, ni una promesa... nada. Nada que ofrecer a Podemos
y nada que comentar acerca de la cuestión catalana salvo muy vagas generalidades. Parecía que el
discurso había sido preparado antes del golpe de efecto de Pablo Iglesias y de
su paso atrás.
Hay algo más es una negociación política de estas
características, que yo
explico desde hace años; es imprescindible dejar a un lado las técnicas electoralistas y centrarse de
lleno en los objetivos. Esto es algo que no hemos visto ni un solo día desde el 28 de abril... ¡no puede
ser!
‘Cabreo’ unánime en todos los oponentes
Pablo Iglesias, que a
diferencia de Sánchez es un clarísimo personaje de Juego de Tronos, no
tanto por su búsqueda incansable
del poder -que también- como por su capacidad
de sorpresa, al estilo del final de la celebérrima
serie, ofreció a la escena ese famoso viernes 19 una excelente
lección de táctica política, pero también
de responsabilidad. ¡Qué mayor sacrificio
personal que el de echarse a un lado! Pero el candidato no correspondió más que con una pieza oratoria de
autobombo y autocomplaciente; algo carente de toda lógica cuando se busca una coalición. Sánchez demostró además con ello que no
tiene claro, ni un proyecto de gobierno ni un proyecto de país y en algunos momento demostró cierta
soberbia que nada ayuda en estas situaciones. En su discurso faltó transparencia, claridad,
respeto, confianza, sinceridad… y ¡GENEROSIDAD!
Tanto Casado, como
Rivera como el propio Iglesias, los tres a una como si estuvieran compinchados,
fueron a la yugular del candidato. El líder del PP más formal, con mayor 'empaque de Estado', casi como
un Antonio Alcántara, de 'Cuéntame', que imbuido
siempre de una gran seriedad y responsabilidad hace lo que tiene que hacer.
Albert Rivera pareció más un personaje de
'La Casa de Papel'; rápido, trepidante, a
veces imprevisible... pero igualmente eficaz e implacable. A Iglesias ya me he
referido antes... y de Abascal, casi mejor ni hablar porque tendría que ubicarle en 'El Cuento de la
Criada', que es un papel poco presentable, pero en el que los líderes de Vox se han colocado por sí mismos y que no parece importarles. Un
Abascal que más que el esperado y
temible tigre fue un 'gatito' que al final resultó ser el más endeble de todos. Entre todos
convirtieron al final el Congreso en un ring de boxeo. Solo 124 votos a favor
nos dicen lo lejos que está Sánchez de su investidura, sin embargo la abstención
de Unidas Podemos deja abierta la esperanza a que hasta al jueves puedan llegar
a un acuerdo. Un guiño claro de la formación de Iglesias de que no todo está perdido.
¿Sabrá Sánchez
ofrecer lo que no se ha atrevido hasta hoy?
¿Dará a Unidad Podemos ministerios ‘no decorativos’? Lo veremos. ¡Nadie
había dicho que formar un gobierno de coalición era fácil pero cuando no hay
nada de confianza es imposible.
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