Opinión

«Normalizar» Navarra

«Normalizar» Navarra equivale en boca de anexionistas e independentistas vascos a privar a la comunidad foral de su personalidad histórica. El presidente del Gobierno debería reflexionar, ahora que está a tiempo, sobre lo que ha autorizado. Evidencias no le faltan: no ha tardado mucho la serpiente en asomar la cabeza y en darle dos pequeños picotazos en forma de homenajes a sendos sanguinarios etarras tras su salida de la cárcel. Por si a Pedro Sánchez no se lo han explicado sus consejeros aúlicos, le ofrezco estas humildes reflexiones.

Esos homenajes no eran otra cosa que la «tarjeta de visita» que sus renovados socios (en la investidura contra Rajoy fue por la vía positiva; y ahora, en Navarra, con la abstención) para que tenga claro con quién se va a «gastar los cuartos» y que, desde luego, no aceptarán excusas de mal pagador. Cuarenta años de terrorismo y, por lo tanto, de su brazo político, no han servido para que algunos salgan de su error y crean que cuando la llamada izquierda abertzale habla o escribe, lo hace a humo de pajas, porque sí, porque en ese momento no tienen otra cosa mejor que hacer. Pensar así es una absoluta estupidez. Ahí está nuestra reciente historia para el que la quiera repasar: el independentismo vasco de carácter violento no ha dado nunca nada sino es a cambio de algo; eso sí, multiplicado por diez. Lo más patético del tremendo error que va a cometer el presidente del Gobierno es el cúmulo de explicaciones que los citados consejeros aúlicos y sus terminales mediáticas dan para justificar las «bondades» de la abstención de Eh Bildu en Navarra que dará el Gobierno foral al PSN.

Baste citar la nota, en plan rasgadura de vestiduras nivel 10 reforzado, que emitió el Ejecutivo, indignadísimo por los referidos homenajes, en los que las víctimas de esos dos siniestros personajes resultaron vilmente humilladas. Excusatio non petita... La abstención de Bildu en Navarra es un regalo envenenado. Pedro Sánchez ya ha recibido la «tarjeta de visita», pero no tardará en tener noticias que terminarán por llevarle a la reflexión de si mantenerse en el poder a cualquier precio merecía la pena. El que le está haciendo la faena, porque a la larga es una faena, de prestarle sus votos, por no utilizar una palabra más coloquial, es un maestro que, ahora, cuando las Fuerzas de Seguridad y las Justicias de España y Francia les quitaron el hacha, se tienen que conformar con el uso de la serpiente.

ETA y su brazo político, el brazo político y ETA, no han variado una línea, desde los iniciales principios programáticos, su estrategia para la anexión de Navarra al País Vasco, por las malas y, ahora, sin el hacha, por las «buenas». Hacer una cita de textos, comunicados y declaraciones, llenaría éste y muchos periódicos. Los lectores, aburridos, se quejarían al director porque no se puede repetir una cosa en una línea, en la siguiente y en la otra.

Es verdad que Eh Bildu tiene sólo dos escaños, pero en manos de los de Arnaldo Otegui se pueden multiplicar por lo que sea necesario. Además, entre los que van a votar a favor de Chivite hay quienes comparten objetivos estratégicos con los antiguos proetarras. Y, dicho sea con todo el respeto, no se le ve a la lideresa del PSN con la experiencia y arrestos como para lidiar con semejante caterva. Y no porque sea mujer, porque lo mismo le pasaría si el representante socialista fuera un hombre.

Cuatro años no son nada y los periódicos se guardan más tiempo; se pueden consultar «eternamente» en internet. A ver si me equivoco sobre lo que va a pasar en Navarra: expulsión de las Fuerzas de Seguridad del Estado y control político absoluto de la Policía Foral; imposición

(progresiva) del euskera; ikurriña sí y, después, también; progresiva «normalización» con el País Vasco (Uxue Barkos ya tiene abiertas las vías); «comisión de la verdad» contra Policía y Guardia Civil (que ya hay algo recorrido), etcétera, etcétera. Arnaldo Otegui no engañaba cuando decía que iban a ser los socios preferentes (e indispensables) de Chivite.

Por citar sólo un texto: el firmado el 20 de junio de 2010 entre la izquierda abertzale y Eusko Alkartasuna, hoy fagocitada dentro de Eh Bildu: «respecto a Nafarroa Garaia (Navarra) es claro que la institucionalización y el proceso político derivado del amejoramiento han tenido como objetivo secuestrar la voluntad de los y las navarras eliminando la más mínima opción de decidir sobre un proyecto común para Euskal Herria. Es por ello que, por medio de este acuerdo, mostramos nuestro compromiso por trabajar para alcanzar un nuevo escenario que no ponga límite alguno a la voluntad de la ciudadanía Navarra». Sin poner ni quitar una coma.

Resulta sarcástico que se hablara de secuestro en el texto, cuando no hacía demasiado tiempo que José Antonio Ortega Lara, uno de cuyos «carceleros» etarras fue homenajeado como siniestra «tarjeta de visita» para Sánchez, había permanecido retenido contra su voluntad durante 532 días.