Opinión

España "en funciones" y Europa de perfil ante el drama migratorio

Desde

mi atalaya italiana, en mi Puglia natal, en la que disfruto de unos

días de descanso, observo con preocupación la evolución de los

acontecimientos políticos en mi querida España. Digo con

preocupación, y elijo bien el término, aunque podría también

decir con perplejidad y una cierta indignación. 

Tras

casi cuatro meses tras la convocatoria electoral del pasado 28 de

abril que, cierto es, arrojó una aritmética parlamentaria

difícilmente manejable, nuestros líderes políticos siguen sin

ponerse de acuerdo respecto a cómo conformar unos mínimos consensos

que permitan desbloquear la situación y dotar a España de un

gobierno, más o menos sólido, que nos permita arrancar de una vez y

emprender, más allá de la provisionalidad, las reformas que los

españoles necesitan. Todo ello con el telón de fondo de una

situación económica que según los analistas se oscurece, con un

escenario internacional que barrunta nubes de recesión y con unos

datos de empleo en el segundo trimestre del año, por citar solo una

derivada de este incierto panorama, que no han sido precisamente

buenos. El paro no se incrementa, pero se ralentiza la creación de

puestos de trabajo, sobre todo de empleo estable. Esta película ya

la hemos visionado antes.

Gobierno

en Madrid… ¡por fin!

Mientras

todo esto se va despejando, o no, la noticia destacada del ámbito

político en la semana que arranca es la toma de posesión de Isabel

Díaz- Ayuso como nueva presidenta de la Comunidad de Madrid y

el subsiguiente nombramiento de su Consejo de Gobierno, con miembros

de Ciudadanos incorporados, como corresponde a un gobierno de

coalición, y la destacada presencia de Ignacio Aguado como

vicepresidente y portavoz del Ejecutivo regional. Lejos quedan ya

unas polémicas y tortuosas negociaciones que finalmente han sido

diligentemente encarriladas, tanto por Ayuso como por Aguado,

salvando los obstáculos que Vox iba interponiendo y llegando al

deseado puerto de dotar a los madrileños de un ejecutivo estable

para esta legislatura. Especialmente comentada ha sido la presencia

destacadísima al lado de Ayuso y durante su asunción del cargo del

presidente nacional del PP, Pablo Casado. Hay quien la ha

cuestionado, desde un punto de vista institucional. Personalmente,

creo que por encima de su pertinencia o no, es una imagen potentísima

para la formación de centro derecha de cara a una más que verosímil

vuelta de los españoles a las urnas el próximo 10 de noviembre.

¡Mucha

suerte a este nuevo equipo, porque la van a necesitar!

El

drama de los migrantes del ‘Open Arms’

Pero

no puedo olvidarme de otro episodio, patético, lamentable y que dura

ya demasiados días; me refiero a la tragedia que viven, desde hace

casi tres semanas ya, los migrantes a bordo del Open Arms. Un barco

al que algunos tildan vergonzosamente de 'negrero' cuando no de otros

adjetivos que encierran insinuaciones mucho peores y que sigue

empeñado en salvar vidas, a pesar de la oposición de gobiernos como

el italiano y de la indiferencia cómplice y culpable de la Unión

Europea. 

Hablo

del drama que sufren 107 personas que están desesperadas y que en

algunos casos se han arrojado al mar, tratando de llegar a nado a

unas costas italianas a las que el infame ministro del interior de mi

país, Matteo Salvini, les prohíbe el acceso. Frente a unos

tribunales, como el de Lazio, que le quitan la razón, el

ultraderechista, populista y xenófobo Salvini se empeña en mantener

su postura solo en aras de su interés particular, con la vista

puesta en unas casi seguras elecciones anticipadas en Italia. 

Especialmente

bochornosa ha sido la posición inane de la Unión Europea,

permitiendo casi el enfrentamiento personal entre Pedro Sánchez y

Matteo Salvini por este asunto. Un presidente en funciones del

Gobierno de España que, rectificando su posición inicial, ofrecía

el pasado fin de semana el puerto de Algeciras como posible para el

desembarco y posterior reparto de los migrantes y daba después como

alternativa el de Mahón, ante la negativa del Open Arms que lo

consideraba, con razón, muy alejado.

Aquí

el debate no está en la posición de la ONG que lidera Camps, o en

la infame acusación a esta organización de colaborar -incluso de

lucrarse- de las mafias. ¡Claro que hay mafias y que habrá que

combatirlas, en conjunción con los países de UE y en sus lugares de

origen! La cuestión es cómo Europa asume de una vez sus

responsabilidades y toma decisiones sobre su política inmigratoria.

No podemos seguir con estos enfrentamientos, impropios de países

desarrollados, mientras vemos como el mediterráneo se convierte en

un gigantesco cementerio que se llena de cadáveres de personas que

tratan de huir de las hambrunas y de las situaciones bélicas o de

persecución en sus países de origen ante la mirada opulenta y

desdeñosa de sus ricos vecinos del norte. 

¡Ojo

a las redes! Las ‘carga’ el diablo

Desde

luego que las redes no son el mejor terreno de juego para dirimir

esta dificilísima jugada, aunque tampoco podemos obviar que expresan

el sentir de una ciudadanía harta y perpleja, y que en ellas se

vierten opiniones de uno y otro signo. Así se ha visualizado con el

polémico comentario del exvicepresidente de Coca Cola y hoy diputado

de Ciudadanos, Marcos de Quinto, acerca de los 'bien alimentados'

migrantes a bordo del barco de Camps y las durísimas

descalificaciones que ha recibido. No soy quién para juzgar a nadie,

ni a unos ni a otros, aunque tal vez no esté de más recordar la

necesaria prudencia que debe acompañar siempre a los representantes

públicos a la hora de utilizar canales de difusión masivos para

expresar sus opiniones, aunque estas sean a título personal.

Ojalá pudiera dejarles con un mensaje

optimista respecto a este drama. Pero no lo veo claro, habida cuenta

de los egoísmos y la ineptitud de algunos líderes que colocan sus

intereses particulares por encima de los problemas reales de los

ciudadanos. Esperemos que el otoño nos traiga renovadas fuerzas para

resolver los difíciles retos que tenemos planteados, sobre todo a

nuestros líderes.

-.-