Opinión
«Todo es ETA»
Con esta vorágine de declaraciones falaces y fintas electoralistas en la que se desenvuelve la política española, los medios apenas han tenido espacio para reflejar la que quizás sea una de las noticias más trascendentes sobre el tema de ETA. Me refiero al reconocimiento de los hechos por los que se les acusaba que, ante la Audiencia Nacional, han efectuado los 47 acusados de integrar el «frente de cárceles» de esa organización terrorista. Es verdad que, con ello, las penas a las que serán condenados no les harán pasar por la prisión, salvo a los dos máximos dirigentes de esa estructura integrada en el Movimiento de Liberación Nacional Vasco, pues tal es el precio de una sentencia de conformidad. Pero también es cierto que los términos del acuerdo alcanzado con la Fiscalía y las acusaciones populares ejercidas por la AVT y Dignidad y Justicia, evidencian que ese «frente» –integrado por Herrira, el Colectivo de abogados, Etxerat, Jaiki Hadi el EPPK, entidades todas ellas adscritas al MLNV– actuaba bajo las directrices de la propia ETA.
Tal evidencia, como ha destacado la abogada Carmen Ladrón de Guevara, es muy relevante, pues muestra la estrecha vinculación entre ETA y el MLNV, reconocida por sus protagonistas. Algo que, por cierto, ya había ocurrido en otros procesos resueltos por conformidad, como el «caso Segura» –en el que se acusó a 35 miembros de Batasuna– o el «caso Ekin» –en el que estuvieron implicados nueve miembros de esta organización dedicada, precisamente, al control político de las entidades integradas en el MLNV–. A algunos, como a la dirección de Covite, esto les ha parecido un logro menor, seguramente porque se sentirían más satisfechos engordando la ya menguada nómina de presos etarras alojados en las cárceles españolas. Por eso, tal vez, aseguran que «no hay motivo que justifique una justicia negociada» y que, con ella, se «favorece la impunidad ... y el blanqueamiento de ETA». Discrepo profundamente de tales apreciaciones, porque el logro principal de la sentencia de conformidad es que sean los propios acusados los que reconozcan la veracidad de los términos de la acusación. Se desmonta así el argumento con el que los albaceas políticos de ETA –o sea, EH Bildu–, que cuentan ahora con asientos en todas las instituciones representativas de nuestra democracia, han tratado siempre de desacreditar la persecución judicial a las entidades del MLNV. Tal argumento lo expresó hace nada Jon Iñarritu, portavoz y diputado de Bildu cuando decía que estábamos ante «un juicio político con el falaz argumento de que todo es ETA». Pues sí, en efecto, todo es ETA y su espectro sobrevuela, envileciéndolos, sobre sus epígonos.
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