Opinión

Rey mago al revés

Como no podía ser de otra manera, la batería de promesas electorales del PSOE se centra en dos aspectos: más gasto que nunca y más impuestos que nunca.

Lo más triste y vergonzoso es que Pedro Sánchez promete cosas a unos en campaña mientras a los inversores en Wall Street les aseguraba exactamente lo contrario. Allí, ante varios de los mayores inversores del mundo, prometía no derogar la reforma laboral, mantener una política fiscal atractiva a la inversión y tomar medidas a favor de la misma. Hoy vuelve a sacar el programa de Podemos y a copiarlo casi palabra por palabra.

A estas alturas, y con un mínimo de información y conocimiento económico, el votante debería saber que Pedro Sánchez no sube el salario mínimo, que eso corresponde a los agentes sociales vía acuerdos. Pedro Sánchez disfraza una brutal subida de impuestos al trabajo escondida bajo esa medida. Y eso es exactamente lo que vuelve a «prometer».

Destruyendo empleo, como hace siempre el PSOE, ni suben los salarios ni las pensiones.

El salario mínimo no lo decide Pedro Sánchez, sino los agentes sociales en acuerdo.

Las pensiones se pagan con más crecimiento, inversión y empleo, no con promesas. Con las medidas anunciadas por Sánchez se ataca la inversión, se frena el empleo y se reduce el crecimiento.

En definitiva, el brutal hachazo fiscal que incluye este programa, de nuevo, pone escollos a todos los pilares de un Estado de Bienestar sostenible, mientras promete cosas con el dinero de los demás que ni le competen ni va a cumplir.

En vez de hacer promesas vacías, debería convocar a los agentes sociales a acordar marcos de cooperación y salarios y recuperar el Pacto de Toledo, en vez de apuntarse una subida de pensiones que ni va a dar ni es su competencia, pero además su propia ministra de Economía decía solo hace cinco meses que se oponía a la subida de las pensiones solo con el IPC «porque hay que garantizar que sigan siendo dignas dentro de 40 años».

El impacto en el empleo de la brutal subida de impuestos al trabajo escondida bajo el subterfugio de la subida del salario mínimo interprofesional (SMI) ya es evidente. La contratación indefinida, en datos de 2019 hasta septiembre, refleja una caída del 5,26%, y en el mes 22.694 menores de 25 años perdieron su empleo. Los más afectados por la brutal subida de impuestos disfrazada de SMI son el sector agrario y de empleados del hogar que ya registran datos de afiliación acumulada negativos.

Todas estas promesas las hace mientras, desde que gobierna, se han cercenado las estimaciones de crecimiento, empleo y aumentado la estimación de déficit a pesar de contar aún con ingresos récord.

No podemos olvidar que la industria manufacturera permanece en recesión con el índice al nivel más bajo en siete años (47,7). La producción y nuevos pedidos registraban una nueva caída, mientras que la confianza del sector cae al nivel más bajo en seis años.

El aumento de impuestos que anuncia Pedro Sánchez para intentar cuadrar unas cuentas imposibles supera los 26.000 millones de euros. Recordemos que hablamos de 26.000 millones adicionales y anuales.

El primer engaño es pensar que esos miles de millones los van a pagar los ricos y las grandes empresas. El que piense que 26.000 millones de euros anuales y adicionales en impuestos los van a pagar 90.000 personas y 100 empresas no solo es ingenuo, tiene un grave problema con la estadística y las matemáticas.

Sánchez asume ya de forma imprudente que los ingresos fiscales récord de 2018 y 2019 son consolidables y eternos y, segundo, que se añadirá a dicha cifra aumentando los impuestos a la inversión y el empleo. Hay estudios empíricos que muestran que el efecto recaudatorio de medidas de este tipo es muy bajo o negativo («Reported gross income and marginal tax rates: estimation of the behavioural reactions of Spanish taxpayers», de José Félix Sanz-Sanz y otros).

Toda la batería de impuestos verdes e indirectos que proponen suponen más impuestos a la clase media, autónomos y pymes.

En el Impuesto de Sociedades, el engaño lo introducen en la doble imposición encubierta. Es decir, si tiene usted una empresa con un 50% de ingresos (e impuestos pagados) en el extranjero, le dicen que paga poco en España. Como la realidad es que los tipos medios que pagan las empresas en España están por encima del 19% según la AEAT, el efecto recaudatorio sería cero si solo afectase a las grandes empresas. Por ello, se lo subirán a todas, además de que la subida de impuestos al trabajo escondida en el aumento de la base mínima de cotización supone un aumento de impuestos a todas las empresas con empleados.

Alguno ha dicho que ese aumento de la «presión fiscal» no es una subida brutal de impuestos, porque se genera por mayor crecimiento (sube más el PIB y, con ello, los ingresos), lo cual es claramente una falacia cuando las estimaciones de crecimiento se han cercenado a un 2% para 2019 y 1,6% para 2021, y más que se rebajarán probablemente. Es decir, la presión fiscal no va aumentar por mayor crecimiento sino por muchos más impuestos que, como no cumplirán los objetivos presupuestarios ni de ingresos estimados, supondrá todavía más impuestos para todos.

El programa de Sánchez no es un programa progresista sino regresista, ataca a los sectores de alta productividad con mayores impuestos para aumentar el gasto corriente, perjudica desproporcionadamente a mujeres, jóvenes, autónomos y pequeñas empresas que son los más desfavorecidos por las enormes subidas de impuestos encubiertas en sus promesas de Rey Mago Al Revés, como diría Graham Nash.

En definitiva, es un programa de paro, menos oportunidades, menos crecimiento, que pone en peligro lo que finge defender y supone perder el tren de la atracción de inversión. Es un programa para enviar a España a la recesión y presentarse como el que va a ayudar. Es una zancadilla para un país que no necesita que lo tumben y luego se presente el socialismo a «ayudar», sino que necesita que se deje a los españoles crecer, desarrollar la economía y mostrar las excelencias de nuestro país.