Opinión

Franco "superstar"

Houston, tenemos un problema. Estamos a 11 de octubre de 2019 y aquí seguimos, abriendo espacios informativos con Franco, especulando con el estado actual de sus restos, mirando fijamente al Valle de los Caídos, al exótico Prior de la abadía, a la familia del dictador, a sus afines. El asunto de la exhumación irrumpe con fuerza en el consejo de ministros, se coloca en medio de todos los debates, más vale tarde que nunca vamos a ver cumplida la promesa del presidente en funciones a lo largo de este octubre, expandida –cual cortina de humo– sobre la inminente sentencia del Procés.

No sé tú, pero yo nací cuando Franco se moría. Pertenezco, por tanto, a una generación de españoles no influenciados ya por las secuelas de la dictadura. Ni yo, a mis 45, ni nuestros líderes políticos actuales pueden echar la vista atrás y hablar con verdadero conocimiento de causa, por mucho que nuestros padres y abuelos nos expliquen sus respectivas vivencias. Cada vez más españoles en edad de votar nos sentimos felizmente ajenos a aquella época histórica oscura, a aquellas décadas escasas de libertades.

Que haya venido Pedro Sánchez a recordarnos la injusticia de que Franco descanse en el Valle de los Caídos no es algo que yo censure, pero, francamente, no me toca la fibra sensible, ni creo que vaya a beneficiarle definitivamente a los socialistas en las urnas.

¿Qué te quita el sueño? A mí me importa, me preocupa y me angustia el paro creciente, el frenazo económico, que pasará con las pensiones, la corrupción que no cesa, la inseguridad callejera, la moda de las manadas, la desigualdad social y de género, el independentismo intolerante y agresivo, las grietas que asoman en la sanidad, en el sistema educativo. Quiero políticos prácticos, centrados en cómo ayudar a los olivareros que han conquistado Madrid, a los productores más afectados por los aranceles de Trump, a las pequeñas y medianas empresas cuya subsistencia depende de cómo se gestione el temido Brexit. Como ciudadana, demando gobernantes que ofrezcan soluciones realistas a problemas de aquí y ahora, con luces largas para anticiparse a los obstáculos. Basta ya, por favor, de resucitar muertos que quitan el sueño y elevarlos a la categoría «superstar». Va siendo hora de olvidar resquemores, de mirar hacia delante.