Opinión

Beda el venerable

Monje benedictino en el Monasterio de Saint Peter, hoy ubicado en Sunderland (Reino Unido), creado por su maestro San Benito Biscop. Es el más antiguo historiador inglés (672-735), que contribuyó a la adopción del cómputo de la Pascua, así como una cronología con eje en la Encarnación, abandonando la referente a la fundación de Roma. La obra escrita por la que hoy es reconocido, «Historia ecclesiastica gentis Anglorum» (Historia eclesiástica del pueblo de los Anglos), debe considerarse la primera Historia General de Inglaterra, desde la invasión de julio César hasta la muerte del arzobispo Bertaud (731). Su libro lo presenta con un río de ejemplos morales para la posteridad y ello con un sentido básico de lo patético y pintoresco, de la regularidad de la protección divina, en un mundo no salido íntegramente del paganismo y, al propio tiempo, insiste en la calidad de las fuentes que utiliza para no pasarse en rumores y leyendas.

Beda, en realidad, más que el primer historiador medieval es el último historiador patrístico. Después de él, la historia narrativa se reduce a secas crónicas que relatan año a año los acontecimientos que se juzgan notables, comenzando por la era cristiana. «La Crónica Anglosajona», redactada en inglés por falta de latinistas acreditados, fue compilada cerca de Winchester durante el reinado de Alfredo el Grande, en la segunda mitad del siglo XI, basándose sobre todo en Beda el Venerable, en las tablas pascuales del siglo VII. Aunque toma de Orosio algunos acontecimientos antiguos, no se trata en ella más que de la «Bretaña» después de la invasión anglosajona del 449, ocupando el lugar más destacado los combates contra los daneses después del 935, si bien algunos continuadores llevaron esta Crónica hasta 1154, con versiones ampliadas y reflejos de problemas locales del Norte, Oeste, los Midlands y Kent.

A partir del siglo XII varios grandes centros eclesiásticos recopilaron los cartularios que definían sus títulos de propiedad en ampliaciones narrativas, como puede verse en la «Chronique d’Abingdon. Historia Eliensis», que el benedictino William of Malmesbury (c. 1080-1142?), de ascendencia normanda y sajona, presenta la Historia de Inglaterra, desde las invasiones sajonas a 1142 en una serie continuada de biografías, a la manera de Suetonio, aunque cortaba por digresiones sobre algún heresiarca turonense, a propósito de la reforma gregoriana, e incluso una guía del peregrino en Roma en ocasión de la primera Cruzada. Su contemporáneo galés, Geoffroi de Monmouth (c. 1100-1154), tuvo un éxito duradero hasta el siglo XVII con su «Historia Regnun Britannie» (1136), donde ensalza a Brutus, nieto de Eneas y supuesto antepasado de los reyes bretones legendarios: Lear, Cymbelino, adversario de César y sobre todo Arthur, convertido en un unificador del mundo celta ante los sajones, fundador de Oxford y transportador de «cromlecs» de Irlanda a Stonehenge en una noche.

Otros textos completan los trabajos de Beda el Venerable, aunque todavía no se ensalza monarquía que, en adelante, constituyó el «leiv motiv» de las obras históricas de la Edad Media hasta la guerra de las Dos Rosas, la Reforma y los reinados de los Tudor. Realmente continúa todavía el ordenamiento por crónicas, aunque ya aparecen los primeros testimonios de criticar o comprender los hechos de que se da noticia, situándolos en lo que puede considerarse espíritu del tiempo.