Opinión
Una sentencia justa. ¡Adiós, ‘Procés’… Adiós!
Tras
semanas, meses, de espera, por fin la tenemos delante. El Tribunal
Supremo ha hecho pública ya su sentencia contra los políticos
presos por su participación en el llamado 'procés' y en los
gravísimos hechos acaecidos en el parlament de Cataluña el pasado
mes de septiembre de 2017, que devinieron en una fantasmal y
surrealista declaración unilateral de independencia, con minúsculas,
llamada DUI.
La
sentencia, aunque a algunos les pueda parecer una obviedad, no es ni
'dura' ni 'blanda'. Es justa. No la detallaré; todos ya la
conocen. 13 años para Oriol Junqueras, 12 para Raúl
Romeva, 12 para Jordi Turull, 12 para Dolors Bassa, 11 para Carme
Forcadell, 10 años
y seis meses para Forn y Rull y 9 años
para Sánchez
y Cuixart. A Junqueras y a Romeva se les aplica además el tipo
delictivo de malversación de caudales, por destinar partidas de la
Generalitat a un referéndum
que era ilegal. Impecable,
Una
sentencia que hiere de muerte la quimera independentista
Lo primero que hay que destacar, como obvia conclusión para quienes creemos en el Estado de Derecho y en la Justicia es que el fallo judicial no es ''un ataque a la democracia', como he escuchado de labios de algunos dirigentes independentistas en la mañana del lunes. No, no lo es. La sentencia SÍ es la constatación de un fracaso de la pantomima independentista y del presunto reconocimiento de una virtual república catalana -con minúsculas- que ni los propios líderes de este 'procés' se creían. Lo perverso es que consiguieran engañar y arrastrar en su manipuladora locura a más de dos millones de catalanes que creyeron que aquellos que reconocían como sus 'líderes' les decían la verdad. Aún recuerdo con bochorno aquellas declaraciones de hace algunos años en las que los dirigentes independentistas prometían a 'su pueblo' que cuando la república catalana llegara 'comerían helado de postre todos los días'. No me lo invento. Está en las hemerotecas.
¿Sedición?
¿Rebelión?
Los magistrados, han hablado. Solo cabe respeto.
Se
ha criticado, y este es uno de los ejes del debate, el reconocimiento
del delito de sedición, pero no el de rebelión. Nuca llueve a gusto
de todos y el fallo judicial podría haber sido más duro. Juristas
hay, como mi buen amigo Edmundo Bal, que argumentan que sí hubo
violencia y que esta fue continuada y con el claro ánimo de declarar
la independencia; que los sucesos de aquellos días aciagos de
septiembre de 2017 no fueron 'episodios aislados', ni altercados
puntuales. A Edmundo Bal le costó su remoción como representante de
la Abogacía del Estado en los primeros compases de la instrucción.
Esta institución
pasó,
desde ese momento, a defender la tesis que finalmente a triunfado. La
Fiscalía, representada por el solvente Javier Zaragoza, sí continuó
adelante en la defensa de que además de la citada sedición hubo
rebelión, pero su tesis no ha sido tenida en cuenta. Me cuentan que
hay ahora un cierto malestar en el seno del Ministerio Público y
que, con toda seguridad, recurrirán la sentencia. Están en su
derecho.
Ni
indultos ni mucho menos amnistía
Conocida
ya la decisión del Tribunal presidido por Manuel Llarena, se abren
ahora, como en flecos, varios debates no menos substanciales. Uno de
ellos tiene que ver con los ya 'manoseados' indultos. Mi intuición y
mis fuentes señalan que no habrá nunca tal cosa. La sentencia está
perfectamente ajustada y calibrada y, a expensas de los recursos
pertinentes, se cumplirá con arreglo a derecho. Así lo ha aclarado
el propio presidente del Gobierno, y pocas dudas pueden quedar. Que
nadie olvide que el indulto no es una medida jurídica sino política;
una medida de gracia que no otorga tribunal alguno sino el Consejo de
Ministros. Y desde luego, este no va a ser el caso en el que lo haga.
Mucho menos la amnistía que también piden ya algunos; la amnistía
está prohibida en términos generales por nuestra Constitución.
Se aplicó
en una sola ocasión:
en 1977. Punto y final. En cualquier caso, por cerrar esta parte del
debate, los propios condenados ya han reiterado por activa y por
pasiva que no solicitarán
el indulto, con lo que poco más hay que añadir.
Otro
debate, no menor, es el de los derechos penitenciarios. El Tribunal
Supremo ya ha dejado claro que estos no se recortarán. Los
condenados no tendrán
trato de favor ni tampoco sufrirán
un cierto 'ensañamiento' por parte del 'Sistema' contra ellos.
No
entraré a valorar las críticas de muchos a los que no les ha
gustado tampoco una presunta mezcla, que yo no aprecio en el texto,
por parte de Marchena, del argumentario jurídico con presuposiciones
políticas. La sentencia está ahí,
está bien fundamentada, y hay que respetarla y aplicarla.
Reacciones
políticas muy medidas. Un tono institucional impecable
En su comparecencia de media mañana, el presidente del gobierno se mostraba firme y comedido. La sedición como figura, y no la rebelión, viene bien al ejecutivo.
Su
pequeña intervención
en inglés,
para no descuidar el flanco internacional, al contrario de lo que por
pereza y desidia hicieron Rajoy y sus ministros, viene a corregir uno
de los tradicionales hándicaps del ejecutivo central frente a la
propaganda independentista. No puede ser que un solo Estado
extranjero, o parte de su opinión
pública
y de sus medios de comunicación, sigan considerando a Cataluña como
un territorio oprimido
La
oposición constitucionalista ha estado en su sitio, y como no podía
ser de otra manera, ha cerrado filas en este espinoso asunto con
Pedro Sánchez. El primero en comparecer, inmediatamente después del
presidente, ha sido el líder de Ciudadanos, Albert Rivera.
'En
España no se juzgan ideas, se juzgan delitos y a delincuentes', ha
remarcado. ‘Los héroes de todo esto’, continuaba Rivera, son
‘Los que han sido señalados en su trabajo... no están solos y no
olvidamos lo que han hecho en defensa de la democracia... hasta en el
último pueblo de Girona o Lleida'.
En
la misma línea, Pablo Casado, líder de la oposición,
señalaba
que 'No se han juzgado ideas políticas sino graves violaciones de la
ley y del orden público y constitucional'. Ya durante los actos
del Día de la Hispanidad, Casado dijo en un aparte al presidente del
Gobierno: ‘Haz lo que tengas que hacer’. Impecable posición
de ambos.
Opinión
aparte merece la posición, siempre vidriosa de un, cada vez más
descolocado, líder
de Podemos, Pablo Iglesias, que en un tuit subido a la red a primera
hora del lunes en el que comparaba la actual situación con los
indultos al exministro José Barrionuevo y al exsecretario de Estado
Rafael Vera, a los que tildaba de terroristas, y citaba incluso al
golpista Tejero Molina, para el que el Tribunal Supremo llegó
también a pedir el indulto. Esta es la principal razón,
añadiré
yo, por la que Sánchez no quería a Iglesias en el ejecutivo. Ahora
se entiende todo.
¡Calma,
por favor!
A
la hora en la que escribo estas líneas se han producido ya algunos
incidentes de cierta gravedad en el aeropuerto de El Prat y en
algunas vías y carreteras catalanas. La policía ha detenido a más
de 13 personas. Esperemos que los incidentes no vayan a más y se
calmen los primeros hervores de los sectores más radicales cuanto
antes.
No
quiero dejar de referirme para terminar a las vergonzosas
filtraciones de la sentencia, desde la misma fuente probablemente a
varios medios de comunicación
de diferente signo. Sé
de primer mano que el juez Marchena estaba muy disgustado. Y lo
entiendo.
Si
se demostrara que la sentencia, además de conocerla los propios
magistrados del Supremo y algunos funcionarios, muy pocos, que la han
manejado por obvias razones de su trabajo, estaríamos ante un hecho
muy grave que arroja una tremenda sombra sobre la credibilidad del
Estado de Derecho. ¿Por qué desde días antes se dijo alegremente
desde algunas instancias que el fallo contentaría a todos? ¿Cuánta
ligereza!
Esperaremos acontecimientos, pero expreso mi deseo de que las aguas puedan volver poco a poco a su cauce y se restablezca la normalidad y el cumplimiento de la ley. Por el bien de TODOS los catalanes y también del resto de los españoles.
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