Opinión
Cs y Primo de Rivera
El partido está de mudanza, exhumándose a sí mismo. La tumba de Rivera, ahora ocupada por la sucesora Arrimadas, no se mueve de sitio, y con él se han ido sus plañideras. Inés se quedó sin Don Juan y acomoda el mito a los tiempos que vienen. Se verá con Carmen Calvo para acabar de empoderarse. El partido no está muerto, mucha y buena Inés, aunque la vieja guardia, tras la fuga de Albert, ya olía. La pandilla podemita comparaba con frecuencia al líder de Cs con Primo de Rivera. No encontraron mejor argumento para chinchar. Además de por el apellido, sería por su porte de galán arengando a las masas. La abstención del partido en la Comunidad de Madrid permitió ayer que saliera adelante una petición para que el Primo de Rivera de verdad salga también de sus aposentos mortuorios, lo que no deja de ser una casualidad con la que Gómez de la Serna hubiera pintado una greguería. Dos Primos de Rivera por el precio de uno. En realidad, estaban enterrando al hombre desnudo que se puso a los mandos de los liberales. Estamos ante la política de gestos. La moción no tiene ningún valor y, además, ya está entre los planes del Ejecutivo por lo que se lo podían ahorrar, pero estamos en el ciclo de la expansión del gasto político. Y Cs necesita ahora derrochar, demostrar que ya no aspira a liderar la derecha sino hacerse a codazos con su minipiso. El jefe de la Falange señalaría a los pérfidos rusos por lanzar el agente naranja, que más de cuarenta años después sigue matando en Vietnam, sobre la sede de Cs. Pero fueron los norteamericanos. Sánchez Mazas dejó en herencia a Rafael Sánchez Ferlosio, instructor de la izquierda y hombre de triste figura. Veremos hacia dónde vira la antaño veleta y si Arrimadas mantiene quieto el viento como la diosa Oritia que mandaba sobre los aires montañosos.
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