Opinión
Madrid, cien días de estabilidad a la sombra de la Cumbre del Clima
Por sí mismos, cien días de Gobierno no significan gran cosa. Pero en este mundo líquido en que nos ha tocado vivir y en el que somos tan del gusto de conmemorar efemérides, 'redondas', había cierta curiosidad por asistir al acto institucional que con tal motivo convocó esta semana la Comunidad de Madrid. Un ejecutivo autonómico al que, tras su constitución en los primeros días de junio, cabía el honor, pero también el riesgo de ser el primero de coalición de la historia reciente.
Ya les avanzo, antes de proseguir, que mi valoración
global es positiva. Tanto la presidenta como el vicepresidente, Isabel Díaz-Ayuso
e Ignacio Aguado, pudieron sacar pecho razonablemente, no solo por los logros
conseguidos hasta ahora sino por los que se esperan para el inmediato
futuro, fruto en todos los casos de las políticas liberales que ambas
formaciones consensuaron en su pacto de Gobierno.
Siendo esto importante, el factor humano en política
no lo es menos. Y, dígase lo que se diga, la relación entre ambos mandatarios,
aunque fría y basada en cierta desconfianza mutua, es buena, incluso muy buena,
me atrevería a decir...especialmente para
los ciudadanos a los cuales lo único que les interesa son los resultados. A
menudo comento que en política como en todos lo equipos de gestión la amistad
es algo deseable pero en absoluto necesario. Lo que es clave es tener una visión
y un objetivo común, Entre Díaz Ayuso y Aguado, entre Isabel e
Ignacio, hay ‘química profesional’, como yo la llamo y salta a la vista,
que si la hay personal, no tengo ni idea y tampoco voy a investigar en este
asunto. Con menos celos de los que algunos pudieron esperar y con una notable
'cintura política' que bien engranada está consiguiendo logros reales para la
mejora de la vida de los madrileños y de las madrileñas. Cosa distinta es la
comunicación, aspecto en el que siempre son inevitables algunas rivalidades. Así
pudo evidenciarse en el acto de hace algunos días, en el que Ayuso y Aguado
tuvieron que compartir el mismo atril, aunque inicialmente se hubieran previsto
dos. Se da la circunstancia, como es sabido, de que el vicepresidente de la
Comunidad y portavoz de Ciudadanos en La Asamblea Regional es a la sazón
portavoz del Ejecutivo, pero tiene que compartir 'cancha' pública con la propia
presidenta, profesional también de la comunicación.
Madrid como ‘laboratorio’
Desde el principio, Isabel Díaz Ayuso se ha propuesto
como reto principal el de convertir a Madrid en un gran 'laboratorio de
pruebas' que evidencie que frente a políticas expansivas del gasto y una mayor
presión fiscal, santo y seña de la línea económica de Sánchez y los suyos
y contra la que Bruselas ha advertido ya en numerosas ocasiones, se pueden
liberalizar algunos servicios públicos, aplicar criterios de gestión privada en otros
como la sanidad y, por supuesto, bonificar impuestos hasta el 99,9 por ciento
(las figuras impositivas nunca se suprimen técnicamente') y reducir la carga
impositiva que soportan los ciudadanos. Medidas todas ellas que han sido
consideradas en no pocas ocasiones como una auténtica 'competencia desleal' por
parte de los ministros del área económica de La Moncloa.
Qué duda cabe que no
todo son rosas en el largo y tortuoso camino que aún le queda por recorrer a este
Ejecutivo de coalición, bien engranado pero bicéfalo, al fin y al cabo, con
todas las dificultades que ello conlleva. Hay un asunto que molesta especialmente
a la presidenta y así se lo hizo saber a su vicepresidente -en privado ya lo
había hecho varias veces- y es la posición de Ciudadanos acerca de la comisión
de investigación parlamentaria que investiga este presunto escándalo, que
afectaría al PP, y que no habría podido salir adelante sin el apoyo de los
'naranjas'. Desde el Partido Popular se argumenta que sus socios no pueden
aspirar a ser gobierno y oposición a un tiempo mientras que los de Aguado
responden que no son 'un ejército sino dos partidos distintos a los que unen
155 reformas'. Personalmente, no me parece esta una pieza de 'caza mayor'
para poner en serios aprietos la estabilidad de la coalición. Y la izquierda
madrileña lo sabe.
Vox, el único peligro real
Más me preocupa la
permanente interferencia que supone el hecho de que los escaños, 12 en la
Asamblea, de una fuerza política como Vox que roza abiertamente las líneas
rojas del sistema y de la Constitución sean necesarios para sacar adelante,
tanto los Presupuestos Regionales como un puñado de leyes que requieren de una
mayoría cualificada que, sin los parlamentarios 'ultras', sería inviable. Es
este un problema que incomoda mucho más a los 'naranjas' que a los de Ayuso. La
cuestión no es baladí ya que, si la aprobación de las cuentas anuales de la
comunidad exige cesiones en cuestiones como la violencia de género, en donde la
posición de Vox es negacionista como se sabe, Aguado ya ha dicho que su partido
pondrá pie en pared, incluso si con ello se pudiera llegar a poner en riesgo la
propia ruptura del pacto. El bochornoso incidente protagonizado hace pocos días
por Ortega-Smith en el Ayuntamiento será imposible de olvidar. Los valores son
mucho más importantes para los de Ciudadanos que la mera coyuntura política...
aunque esta sea tan importante como lo es la propia estabilidad de la Comunidad
más importante de España, por volumen económico y por
albergarse en ella la capitalidad.
Mientras tanto en Madrid acaba de inaugurarse la
cumbre del clima. Una oportunidad única y extraordinaria para la capital de
España y toda la comunidad de ser escenario y escápate mundial de un evento que
nos pone en frente al problema mundial más relevante para todo el planeta.
Negado solo por pocos populistas negacionistas, caso todos de extrema derecha,
a los cuales que el planeta se pudra les ‘importa un bledo’. Son días en los
cuales Aguado e Isabel Díaz Ayuso deberán sacar la luz de Madrid para que todo
el mundo pueda admirar las cualidades de un país y de un pueblo conocido, a
menudo, solo por turismo y folclore.
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