Opinión

Perspectivas mediocres para 2020

Dos de las principales fuentes de incertidumbre para la economía mundial, el Brexit duro y el agravamiento de la guerra comercial entre EE UU y China, han comenzado a despejarse durante los últimos días. Por un lado, la victoria con mayoría absoluta de Boris Johnson en las elecciones británicas del pasado jueves 12 de diciembre cierra definitivamente la vía a un Brexit desordenado y caótico. Al contrario, el plan consensuado en octubre entre Downing Street y Bruselas parece que saldrá adelante para el próximo 31 de enero. Por otro, la crecientemente dañina ofensiva proteccionista entre EE UU y China parece que ha entrado en una fase de tregua. Merced al entendimiento entre ambos bloques económicos, alcanzado el pasado viernes 13 de diciembre, se suspendieron las subidas arancelarias que deberían haberse producido dos días después, de modo que, a partir de ahora, cabe esperar que sigan las negociaciones para derruir todas las barreras erigidas hasta el momento.

Así las cosas, despejados los dos grandes riesgos externos que atenazaban a la economía española, ¿cabe esperar un 2020 más favorable del que temíamos hace apenas unos meses? Desde luego no habría que descartar un rebote de nuestros indicadores a lo largo del próximo ejercicio. Sin ir más lejos, el actual vicepresidente del Banco Central Europeo y antiguo ministro de Economía español, Luis de Guindos, vaticinó recientemente que la economía española intensificaría su expansión durante el segundo semestre de 2020. Sin embargo, al menos hasta el momento, las principales casas de análisis no se han sumado a esta ola de renovado optimismo.

De hecho, esta misma semana el Banco de España publicó sus previsiones de crecimiento, desempleo y déficit para los próximos tres años y, como poco, se impuso la prudencia. En particular, el organismo presidido por Hernández de Cos no ha modificado sus anteriores pronósticos de crecimiento: para 2020 anticipa una tasa de expansión del 1,7%, para 2021, una del 1,6% y para 2022, una del 1,5%. Por lo que respecta al empleo, el Banco sí empeora sus previsiones, al menos para 2021: el año que viene el empleo se expandirá a una tasa del 1,3% (sustancialmente por debajo del 2% de este año) y para 2021, a una del 1,4% (frente a la previsión anterior del 1,5%). Finalmente, el Banco también estima que el déficit público será mayor del anticipado inicialmente: cerraremos 2019 en el 2,5% del PIB –frente al 2,4% vaticinado hace unos meses– y en el 2,1% en 2020

–frente al 1,8%–.

En un sentido similar se ha manifestado esta semana el Instituto de Estudios Económicos, para quien, también, el ritmo de caída se ha parado en los últimos meses del año. Pero, aun con todo, no considera que podamos crecer por encima del 1,5% en 2020, lo cual también afectará a la generación de nuevo empleo, el cual apenas alcanzará una tasa interanual del 1,3% –el equivalente a 256.000 nuevos puestos de trabajo, la mitad que hace unos años–. Ahora mismo, pues, la expectativa es que España se consolidará en un escenario macroeconómico mediocre. Sólo con un programa de Gobierno de corte reformista, que elevara nuestro potencial de crecimiento facilitando la inversión en lugar de rehuyéndola, podríamos superar semejante expectativa. Pero, si acaso, el Ejecutivo socialcomunista que se nos viene encima propondrá una agenda contrarreformista que todavía perjudicará más nuestra capacidad de crecimiento. Más regulaciones y más impuestos no ayudarán a que le demos la vuelta a nuestras regulares perspectivas de futuro.