Opinión
No es berrinche, es dignidad
En una sociedad de hipócritas, los sinceros son los malos y los que mienten los buenos. Hemos empezado una etapa en la que aprendes a sobrellevar lo que dicen y hacen los mentirosos, con visitas al psicólogo incluidas, o te van a culpar de ultraderechista o de padecer berrinche descomunal.
Según la versión oficial del Gobierno los 165 «noes» que recibió Sanchez en su investidura no es porque estén en contra de sus pactos y compromisos adquiridos con aquellos a los que les importa un comino la gobernabilidad de España es porque han cogido un berrinche, una rabieta por no asumir la derrota.
Va a ser ahora que quienes no hemos cogido el alegrón del siglo con la investidura vamos a estar de berrinche si defendemos la Monarquía, el Tribunal Constitucional, el Supremo y la Junta Electoral. Tirar de hemeroteca y ver que el futurible ministro de Universidades está a favor del derecho de autodeterminación y del separatismo va a significar tener una pataleta.
Recuperar el tuit borrado del futurible ministro Garzón elogiando el modelo de consumo de la dictadura cubana es ser ultra ultra derecha, ultraderecha, berrinchista o pataletas. No, si al final hablar de la amenaza de Rufián «si no hay mesa no hay legislatura», va a ser que tengo envidia por no estar invitada a ocupar una silla. Decirle a Sánchez que pacta con el líder de un partido que se encuentra en prisión por cometer sedición contra España va a ser que tengo corajina al progreso y al diálogo.
No se trata de berrinche señor presidente, se trata de dignidad, la misma que parecía tener usted antes de enmendarse. Haga suya la frase de Sagasta –«ya que gobernamos mal, por lo menos gobernaremos barato»–, que, con tanto plagio que usted domina, difícil no le será.
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