Opinión

Las nuevas retribuciones de Podemos

Al comienzo, Podemos se nos quiso vender como un partido diferente, una formación política que no incurriría en los mismos vicios que «la casta». PP y PSOE habían sido corrompidos por el sistema y no representaban realmente a sus votantes, sino a los intereses de los ricos. Una de las medida estrella que adoptaron para demostrarnos que eran «diferentes» fue la de limitar sus remuneraciones a tres veces el salario mínimo. A saber, con independencia de cuáles fueron los ingresos totales que percibiera cualquier cargo público de Podemos, jamás podría percibir más del triple del salario mínimo. El primer propósito de esta restricción, según se nos dijo, era evitar que el modo de vida de los políticos se distanciara del modo de vida del ciudadano medio: que no se abriera una brecha entre «la casta» y «el pueblo», de tal modo que los representantes se olvidaran de los intereses y de las necesidades de los representados. El segundo propósito, no siempre explicitado de un modo claro, era financiar el partido: todo cuanto percibiera un cargo público por encima de esos tres salarios mínimos debía donarlo a la formación política para sufragar sus gastos internos. Pues bien, como tantas otras promesas del pasado, Podemos también piensa enterrar ésta en su próximo congreso. A partir de ahora, podrán cobrar cualquier cantidad de dinero pero una parte de la misma, entre el 5% y el 30%, deberán donarla al partido. Se trata de una reforma que beneficia a los cargos públicos mejor pagados y perjudica a los peor pagados. Imaginemos un cargo público que cobra 30.000 euros anuales y otro que ingresa 100.000 euros: en la actualidad, el primero retendría íntegramente los 30.000 euros, mientras que el segundo no recibiría más de 40.000 euros (tres veces el SMI equivale a esa cantidad), de modo que debería donar la diferencia (60.000 euros) al partido. Tras el cambio, el que cobraba 30.000 euros recibirá, como mucho, 28.500 euros (si es que sólo se le hace contribuir con el porcentaje mínimo del 5%), mientras que el que cobra 100.000 euros retendrá, como poco, 70.000 euros (si es que se le hace contribuir con el porcentaje máximo del 30%). Estamos ante una redistribución desde los pobres de Podemos a los ricos de Podemos: los primeros cobrarán menos para que los segundos puedan cobrar más, al tiempo que no decae la financiación global que obtiene la estructura del partido. No deja de ser paradójico que la formación de Pablo Iglesias defienda en la esfera privada

–su partido– unos principios radicalmente opuestos a los que defiende en la esfera pública –la sociedad–. La progresividad que impulsa para el sistema impositivo estatal se torna en regresividad para el sistema contributivo de su formación política. Acaso sea que lo primero no les afecta directamente y lo segundo sí. No pidas para los demás lo que no quieras para ti.