Opinión

Casado debe tomar la iniciativa

Esta crisis imprevista, sin indicadores previos, fuera de los informes de los organismos económicos más solventes, a la que nadie, por lo tanto, podía adelantarse, ha destrozado todas las estrategias políticas marcadas por los ciclos electorales. Lo que con tanta prepotencia se denominada «hoja de ruta», esa cartografía secreta que sólo los expertos conocen, ha acabado en la papelera. La hoja de ruta del independentismo catalán resulta ahora una quimera de las tantas que la soberbia política da de sí. La hoja de ruta que los visionarios estrategas de La Moncloa habían trazado para conservar el poder con los apoyos más ínfimos que presidente del gobierno español haya tenido nunca prende en la hoguera de las vanidades. No hay político de raza, si lo hubiere, que no sepa ver en esta crisis una oportunidad. Pero una oportunidad, ¿para qué? No hay muchas opciones: para sacar a España de la decrepitud económica y social. Por lo tanto, se trata de una obligación nacional, de todos. Pedro Sánchez no puede esconder su responsabilidad sobre cómo se ha expandido la epidemia en España.

Su Gobierno, pensado para dar sentido a una coalición izquierdista, es un ejemplo de lo que este país no necesita ahora; es débil y, como es lógico, no puede afrontar solo esta crisis. Es una estructura inoperante, dividida y sin objetivos, porque todo, hoy y en unos años, pasa por el coronavirus. Y algo aún más determinante: el apoyo que necesita en estos momentos no lo encontrará precisamente en su socio, Unidas Podemos, sino en el primer partido de la oposición, el PP. Comprendemos las reticencias que pueda tener Pablo Casado para llegar a un acuerdo con Sánchez, un político que ha hecho de la incomunicación un hábito y del maltrato a sus adversarios una manera de entender la política. Pero la situación ha cambiado radicalmente, de manera que es Casado quien debe dar el paso, asumir el liderazgo que le corresponde y apostar por el acuerdo que, aún sin energía, está ofreciendo Sánchez, esa Mesa para la Reconstrucción Social y Económica. «El carácter es la virtud de los tiempos difíciles», dijo De Gaulle. Casado debe presentar un plan, con objetivos, medidas concretas, una metodología de trabajo, que implique a los agentes sociales, empresarios –una parte fundamental de cualquier acuerdo– y sindicatos. Hay que partir de un hecho innegable: sin el PP, esta Mesa no puede salir adelante y sería un error gravísimo y una irresponsabilidad que tendría sus consecuencias dentro de los populares. El PP es un partido comprometido con los españoles, que ha gobernado en momentos buenos y malos. En lógica con esta trayectoria, debe estar al frente de este acuerdo, tomar la iniciativa y presentar ya sus propuestas. Sabemos que Sánchez no va a perder la oportunidad para dejar a sus adversarios en evidencia; la prueba está en que debía haber llamado a Casado, incluso haber sido su interlocutor durante esta crisis.

Es descorazonador comprobar que mientras el virus avanzaba en España, la ciudadanía estaba confinada en su casas, los sanitarios luchaban en primera fila y ni siquiera se podía enterrar a los muertos, el Gobierno utilizase el CIS para abrir la puerta a la censura de los medios no afines. Pero incluso por encima de estas prácticas despreciables, Casado debe ocupar el puesto que por responsabilidad le corresponde. Pactar no es firmar un cheque en blanco. Es, precisamente, dar una salida con medidas realistas, que puedan aplicarse y que no dañen más aún la economía. Las terribles previsiones del FMI, que prevé una caída del PIB español del 8%, no pueden amortiguarse solamente con un programa ideológico como el que quiere imponer Iglesias en el Gobierno. El PP estuvo al frente de la pasada crisis económica, de la que salió sin afectar al estado del bienestar y esa experiencia se tiene que hacer valer ahora. La reunión del lunes entre Sánchez y Casado debe ser un paso importante en busca de este acuerdo nacional.