Opinión
La campaña madrileña
Después de observar la infame campaña contra Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid, promovida por la izquierda gobernante con la entusiasta colaboración de sus medios afines y algún despistado, uno tiene dudas de que las razones del comité de expertos anónimos para dejar a esta comunidad estancada en la fase cero de la reclusión obedezca sólo a criterios técnicos. En esto el PSOE y Podemos van de la mano. Hace tiempo que intentan contrarrestar la ola de críticas por su desafortunada gestión de la crisis sanitaria, echando los muertos a la espalda de las autoridades madrileñas, o sea, de la derecha. Esta obscena desviación de responsabilidades se ha agudizado al comprobar en las encuestas fiables que la gente, en su mayoría, responsabiliza de lo que ha pasado al Gobierno de Sánchez. Esta opinión es especialmente destacada en Madrid, hasta el punto de que, en esta comunidad, según los sondeos, el PSOE decae, y el Partido Popular no sólo recupera su dominio anterior sino que apunta a un triunfo histórico después del coronavirus.
Ante tal panorama, se han lanzado a degüello contra Díaz Ayuso, una mujer con la que nunca he tenido ocasión de hablar, que parecía cuando llegó el eslabón más débil de la cadena del poder de Casado, pero que en unos meses ha demostrado que es una política de garra, trabajadora incansable al servicio de los madrileños, ejemplo de comportamiento en la enfermedad, y que ha hecho frente con entereza y sentimiento -el pueblo la ha visto llorar por las víctimas- a la difícil situación sin el adecuado respaldo del Gobierno central. Esto ha hecho que su imagen se haya fortalecido a ojos vista, lo que preocupa considerablemente a la izquierda. Una dimisión en su equipo por puras discrepancias técnicas sobre la hora de la desescalada, en la que han pugnado la enfermedad y el hambre, y una celebración algo excesiva por el cierre del hospital de Ifema -su obra imperecedera, la joya de esta crisis sanitaria- han sido los pretextos banales para la algarabía.
El apoyo puntual de Inés Arrimadas, de Ciudadanos, al Gobierno para mantener la emergencia, ha servido a la izquierda de ocasión propicia para intentar aislar al PP y meter cuñas en el Gobierno de coalición de Madrid con ánimo de desestabilizarlo. Los que la conocen aseguran que si la ponen en un brete, Isabel Díaz Ayuso es capaz, con la bendición de Pablo Casado, de apretar el botón rojo y convocar elecciones. Pero no hará falta. La jauría de la campaña seguirá ladrando a la luna.
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