Opinión

Pijos o no

Falla la comunicación en este Gobierno. Es manifiestamente mejorable entre sus propios miembros, con las comunidades autónomas y con la Unión Europea. Me resulta paradójico, porque los socialistas siempre se han caracterizado por su maestría a la hora de manejar mensajes. El otro día, en la presentación del avance del estudio serológico, cinco personas del equipo de Illa tuvieron la palabra ante la prensa, cinco veces hicieron exposiciones preliminares para que al fin escucháramos, media hora después, el titular escueto, desconcertante: solo el 5% de los españoles han pasado el coronavirus y conservan anticuerpos. Tanto músculo dialéctico para apenas unas frases, tanta capacidad de autobombo de cara a la galería choca con sus dificultades para entenderse entre ellos. El ministro de Sanidad dice una cosa, le contradice la cartera de Comercio y él vuelve a quitarle la razón. Con las autonomías, no acaba este Ejecutivo de dar en el clavo, enredados todos en una sucesión de fases, franjas horarias y áreas sanitarias. Tampoco hay consenso sobre la vuelta a la segunda aulas, y lo más preocupante: no parece que este Gobierno vaya en línea con los planes de desescalada de la Unión Europea.

Lanzamos la noticia de imponer la cuarentena al que aterriza a partir de hoy en nuestro territorio, aunque Bruselas no le vea sentido. Acción, reacción: la vecina Francia nos la impone a nosotros. Alemania nos descarta como destino vacacional y apunta con una sonrisa a su verano en Portugal o en Grecia. Y el sector turístico, echando humo. Dependemos más que nunca de la Unión para recibir ayudas económicas que nos saquen de este pozo y, sin embargo, no parece que hablemos el mismo idioma.

Mal asunto, en medio de una oleada diaria de muertes que no acaban de remitir, con la duda interna de si nuestro desconfinamiento progresivo está volviendo a disparar los contagios. Salimos a la calle a respirar, mientras nuestros comercios tienen la respiración asistida o la ilusión de sobrevivir.

Nadie dispone de la varita mágica que solucione nuestros problemas. Sin vacuna, este bicho domina nuestros movimientos pero, justo por eso, por esta incertidumbre vital, pido a este Gobierno empatía y diálogo franco con todos. Incluso con esos a los que ya han etiquetado, sean pijos o no. Tengan o no tengan razón.