Opinión

Medianías

Hay un estupendo artículo de Mariano José de Larra de hace doscientos años que el gobierno debería desempolvar estos días si lo conociera o, como mínimo, intentar descubrirlo para aliviar sus cuitas. Se trata de «Ventajas de las cosas a medio hacer». En él, Larra proponía que España es el país eternamente adolescente porque los procesos que se inician se dejan siempre a medias. Las reformas, los pactos, las democratizaciones se empiezan y luego nunca se acaban. Debido a ello, cada vez que nos ponemos a trabajar con uno de esos asuntos las tentaciones de volver a empezarlo desde el principio son muy fuertes.

Un ejemplo reciente sería el estado de las autonomías cuyo modelo creamos en la transición y hemos sido incapaces de cerrar por completo. A los independentistas les va a pasar lo mismo con su proceso por falta de quorum y de apoyos suficientes. Claro que, en esos casos de tierras prometidas y manás caídos del cielo, ya les resulta conveniente que la cosa no se acabe nunca, porque así pueden seguir muchos años viviendo del cuento.

Llama la atención que un artículo de hace tanto tiempo siga siendo actual. Pero resulta lógico si nos damos cuenta de que, en época de Larra, es donde empieza a formarse la actual sociedad moderna española. De nuevo, parece que nos está volviendo a pasar con el confinamiento y la lucha contra el Covid. Empezamos con un fenomenal fracaso gubernativo, una orgía de imprevisión, incapacidad y descoordinación, pero que intentamos corregir con buen pulso el 14 de marzo a través del aislamiento. La intensidad nos duró cuarenta días, al empezar a temblarnos las piernas viendo que nuestra economía, siempre asentada en precario, se empezaba a tambalear y mostraba un futuro, esperable y comprensible, de derrumbe total. Yo no sé si es bueno o es malo que mueran unos para que la economía sobreviva. Pero lo que no me parece bien es negar que eso es la que exactamente va a suceder con la aquiescencia de la mayoría de la opinión. En ese contexto, el actual gobierno de coalición podría presumir de que han llevado un paso más allá la reflexión de Larra: ¿por qué tendríamos que dejar las cosas a medias si, bien mirado, siempre pueden hacerse completamente mal?