Opinión

«Cierre al salir»

Se lo dijo con chulería Pablo Iglesias a Iván Espinosa de los Monteros, rematando su ofensa. Sonriente, con la soberbia del que se sabe el gallo ganador de esa pelea. Bien mirado, fue lo más blando que le soltó ayer el vicepresidente al representante de VOX en la mal llamada «Comisión para la reconstrucción social y económica» del Congreso de los Diputados. Comisión para la destrucción, así habría que rebautizarla. Acusar a VOX de que «le gustaría dar un golpe de Estado, pero no se atreve» fue un insulto que Espinosa de los Monteros no toleró, que Patxi López tampoco obligó a enmendar en ese instante y que quedó flotando en el aire, ante el estupor de los presentes, imagino. Desde luego yo, al ver la escena, me llevé las manos a la cabeza. ¡Qué nivel!

Lo mismo pensé el día anterior, asistiendo al rifirrafe entre Iglesias y Cayetana Álvarez de Toledo, también en el Congreso. ¿Por qué se permiten los insultos personales en un hemiciclo en el que debería debatirse únicamente sobre los abundantes problemas de este país? ¿Cuántos muertos necesita nuestra clase política para hacer bien su trabajo? «Hijo de un terrorista» no se dice, oiga. Por mucho que la llamen a usted «marquesa». Solo por el sectarismo que encierra esa ofensa nobiliaria, debería sentir más pena que enojo al reparar en el susodicho que le busca las cosquillas. Qué espectáculo lamentable están ofreciendo la mayoría de sus señorías, ahora que necesitamos con urgencia consensos para afrontar los desafíos que nos esperan. Qué penoso ejemplo, en esta España de luto oficial.

Volviendo a la comisión de la destrucción, celebro que el señor Patxi López reculara y pidiera disculpas, horas después, por no haber reaccionado ante Pablo Iglesias como se espera del responsable de ese supuesto foro conciliador. López aún tuvo que volver a imponerse ante otra bronca entre los de VOX y los de Unidas Podemos, obcecados ambos en generar crispación. Definitivamente, estamos en manos de una clase política dominada por las pasiones, no por el sentido común. La foto de sus choques dialécticos es tan desoladora que ennegrece más, si cabe, nuestro horizonte. Miro estos días con admiración a los vecinos portugueses. Han sabido acorralar rápidamente al bicho, todos sus políticos van de la mano. ¿Lo veremos aquí algún día?