Opinión

La buena senda

Todos andan preguntándose, en el mundo de la cultura, qué hace el Gobierno para combatir la debacle que ha supuesto el confinamiento para ese sector. En Moncloa no saben, no contestan. Los músicos preguntan qué será de sus giras ya concertadas, los escritores se preguntan cómo vender sus libros, las galerías de arte cómo enseñar sus obras si no pueden abrir sus puertas. Y el Ministerio de Cultura se ocupa solo del fútbol. Como el confinamiento obliga a ingenio, los galeristas se mueven y no poco. La Galería Senda de Barcelona ha cerrado una colaboración con el Museo Pushkin de Moscú para exponer a través de la página web de los rusos obras de nuestros artistas, muchos autóctonos (Miralda, Glenda Leon, Jaume Plensa o Gino Rubert junto a Roger Ballen o James Clar hasta un total de 20 en 2 programas muy distintos). Desde el pasado sábado al próximo, se podrán ver en ella esos trabajos, escogidos por la propia dirección del Museo entre el plantel que Senda les presentó. Entren y vean.

Decir que el Museo Pushkin es de Moscú es quedarse corto porque, dentro de la expansión que está teniendo el país por todo el mundo, ha creado una red de museos bajo ese nombre a lo largo y ancho del territorio ruso. Con lo cual, desde una pequeña galería de Barcelona, se accede a un escaparate multitudinario, prestigioso e internacional que pone en el mapa los catálogos de artistas de nuestras ciudades.

El tanto que se ha apuntado la Galería Senda es impresionante. No estamos hablando de un gigante económico con grandes departamentos de responsabilidad social corporativa. Hablamos de un pequeño francotirador que, sin complejos, ha ido a buscar a los gigantes económicos. Un francotirador que ha visto cómo el confinamiento de la pandemia le estrechaba el panorama hasta hacerle preguntarse alarmado por su futuro. Aislados por obligación, han tenido que usar el ingenio y moverse lo más rápidamente posible: tomar decisiones, emprender iniciativas, buscar canales y sinergias. Por parte del Gobierno, sería una enorme falta de reflejos no dar eco y soporte a este tipo de iniciativas y actitud empresarial. Nos muestra el camino de cómo remontar la enorme crisis que va a sacudir a nuestro sector cultural.