Opinión
Racismo
Desde que el afroamericano George Floyd murió asfixiado en Minneapolis la palabra racismo o sus equivalentes xenofobia y discriminación racial han sido repetidas hasta la saciedad para denunciar un mal contra el que lucha EE UU desde su fundación. Un «racismo sistémico» como lo ha definido Monseñor Shelton Fabre conocido como el «Martin Luther King de los obispos de EE UU». «Quiero decir –ha explicado– que las raíces de este problema se encuentran en una larga historia de lucha para abordar el racismo de manera adecuada». Para calificar el execrable crimen cometido por el agente Derek Chauvin ante la indiferencia de sus colegas Francisco no ha dudado en emplear la expresión «pecado de racismo». Y no es la primera vez que fustiga esa plaga. Lo hizo en septiembre de 2018 al recibir en el Vaticano a los participantes en la Conferencia Mundial sobre xenofobia, racismo y nacionalismo populista. En su discurso denunció «los actos de intolerancia, discriminación y exclusión que dañan gravemente la dignidad de las personas y sus derechos fundamentales, incluido el mismo derecho a la vida y a la integridad física y moral». Pero al mismo tiempo que durante la audiencia de los miércoles sentenciaba que «no podemos tolerar ni cerrar los ojos ante cualquier tipo de racismo y de exclusión» también manifestó su repulsa a los motines violentos de las última noches porque la violencia destruye y lesiona a quienes la practican, «no se gana nada con la violencia – subrayó– y con ella se pierde mucho». Por boca de su presidente el arzobispo de Los Ángeles Monseñor los Obispos norteamericanos también han afirmado que «el racismo es un pecado y niega lo que Dios quiere para la persona humana».
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