Opinión
Brutalidad gubernamental
¿Debemos los españoles empezar a preocuparnos por la salud mental de nuestro gobierno? Uno de los indicadores de cómo se ha civilizado este país en los últimos años es la empática manera en que tratamos a nuestros discapacitados cognitivos. Sería bueno seguir en esa línea y usar todo nuestro tacto, compasión y asertividad, como colectivo, para buscar la adecuada integración en la sociedad de esas personas que tienen problemas. Limitarse a reírse de ellos sabemos que no está bien. Cuando, en medio de una pandemia feroz de emergencia sanitaria en una democracia organizada, alguien se pone a decir que lo que pasa verdaderamente es que la policía quiere dar un golpe de estado, entiendo perfectamente que provoque carcajadas en seiscientos quilómetros a la redonda. Pero hemos de darnos cuenta de que se trata de una persona con problemas. Que vea tricornios por todas partes y atribuya desmesuradas cualidades satánicas y destructivas a ese simple accesorio indumentario de la industria sombrerera puede obedecer a varias causas. Un temprano deterioro cognitivo bien pudiera ser, por supuesto, una de ellas. Pero una desorbitada ingesta de LSD es absolutamente factible que desemboque en unos síntomas parecidos. Las drogas lisérgicas es bien sabido que, en algunos cerebros, provocan cuadros de paranoia aguda. Por supuesto, estamos hablando de meras hipótesis médicas, pero mientras tanto hagamos por no dejarle el estramonio a mano. Tampoco hace falta ministrarlo.
Todos los
españoles sabemos, solo con mirar a nuestro alrededor, que los
esforzados policías que nos paran en los controles de la pandemia,
aparte de ser en general educadísimos, no tienen ninguna intención
ni de pensar en algún tipo de golpe de estado. Bastante tienen los
pobres con el exceso de trabajo que se les ha venido encima con
organizar a la gente en la caótica estampida de desescalada que
estamos llevando a cabo. Ahora, cuando más se les necesita para el
orden público, ¿a qué viene tomarla con ellos y atribuirles
pecados imaginarios del siglo pasado? ¿Y afirmar ese delirio
precisamente desde el gobierno? La brutalidad gubernamental parece
ser que ha reemplazado claramente a la antigua brutalidad policial.
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