Política

Sánchez busca conquistar, erróneamente, Madrid

En los últimos días se han producido movimientos, como el cambio de portavoz parlamentario en el PSOE madrileño, encaminados a una confrontación abierta con Díaz Ayuso.

Sánchez da por amortizado a Ángel Gabilondo, cuya gestión como oposición política se presenta totalmente en blanco, y necesita, por un lado, minar la imagen de la presidenta de la Comunidad de Madrid y, por otro, intentar muñir un acuerdo con Ciudadanos.

Sin embargo, está por ver que consiga alguno de los dos objetivos. Pablo Iglesias ha sido contundente descartando un acuerdo presupuestario con Ciudadanos. Eso significa, en la práctica, dos cosas: que para que haya nuevos presupuestos debe reeditarse el pacto con los independentistas y que no se contemplan otros escenarios territoriales como el cambio de gobierno en la Comunidad de Madrid.

Las declaraciones de Iglesias alejan de momento un escenario de moción de censura, Arrimadas quiere ser ministra y, si no ve las condiciones para ello, no tiene ningún incentivo para cambiar la presidencia de la Comunidad de Madrid porque la nueva situación no sería mejor para ella que la actual.

En cuanto a subir el tono contra Díaz Ayuso, ya veremos si la jugada de cambio de portavoz tiene efecto. Hay dos maneras de hacer oposición, ejerciendo una oposición light, como ha sido el caso, o ejerciendo una fuerte presión.

En la forma de hacer política, el PP de Díaz Ayuso es heredero del de Esperanza Aguirre. Su método es agresivo y centra todo el ataque ante el líder de la oposición.

José Cepeda, el nuevo portavoz, tiene una larga trayectoria política y esa experiencia le beneficiaba cuando era un cargo de segunda fila, pero ahora le convierte en vulnerable al pasar a primera línea. Si el PP actúa como suele, le veremos más tiempo defendiéndose que atacando.

Pero más allá de lo que suceda, lo que llama la atención es que Sánchez ha hecho retroceder el PSOE de Madrid veinte años. Vuelve a empezar de cero intentando recuperar el gobierno de Comunidad y el del Ayuntamiento capitalino con las mismas mimbres del año 2000: Simancas como protagonista de fondo y sus acólitos, que ya están colocados en los puestos claves de la dirección.

El líder socialista está intentado poner al partido en posición de ataque pero, lo más probable, es que tenga que cambiar la estrategia por una defensiva. A las dificultades para incorporar a Ciudadanos a un acuerdo para dar cierta imagen de moderación en Europa, se suma el hecho de la capacidad de veto que está demostrando Podemos. El socio que además impone el pacto con los independentistas.

Una crisis económica como la que está encima requiere dos elementos: un plan de recuperación posible y creíble y un gabinete que genere confianza para gestionarlo. Ya veremos cómo terminan las negociaciones para lo primero porque de ello depende su credibilidad y, en cuanto a lo segundo, la política de pactos lo dirá, de momento, Sánchez va pegando volantazos y cada día circula en una dirección.