Opinión

El criminal en el poder

Que dice el tío que, como cree que los guardias civiles han votado a Vox, que hay que echarlos del País Vasco. Yo no sé qué es más surrealista, si imaginar de dónde saca él la información de lo que se mete en las urnas o escuchar que los que piensan distinto merecen el destierro.

Lo bueno de estos tan, tan, tan bestias es que no se cortan un pelo. El «hombre de paz» siempre ha sido así de directo. También cuando saltó sobre mi Gabi Cisneros –padre de la Constitución, para los más jóvenes– e intentó secuestrarlo y –como Gabi Salió corriendo, que los aragoneses siempre han sido ligeros y valientes– le descerrajó un cargador en el vientre, que lo dejó con dolores para siempre. Lo que me preocupa no es Otegui, que es un viejo conocido de la muerte, sino los que han considerado sus crímenes un podio honroso para auparlo al poder. Qué miedo que te gobierne un hombre así ¿qué no podría decidir y ejecutar un lehendakari ex secuestrador? Y van y le dan 22 escaños. Se le hiela a una la sangre. Qué pensará Gabi desde el cielo.

Así somos de bobos, capaces de confiarle la cartera al ladrón y la vida al asesino. Pues claro que quiere echar de Euskadi a la Guardia Civil… y a todos los partidos que no sean el suyo y al País Vasco de España. Estos todo lo arreglan expulsando y torturando y matando y señalando.

Menuda patria de odio preparan los que lo votan. Los totalitarios siempre han buscado enemigos, porque tener una amenaza externa es forma de distraer al personal de los propios errores y motivarlo en la dirección interesada. Pero es que ahora, como en la entreguerra europea, dividir las sociedades en odiadores y odiados se está recuperando como deporte nacional. Divide y vencerás. Qué fácil resumirlo todo en la eliminación del otro, el judío, el gitano, el homosexual, el capitalista, el católico, el guardia civil. Hay que ser primitivo para apoyar el señalamiento y la expulsión. Y no me refiero a inculto, ni primario, me refiero a malo.

Que no quiera Dios que un día el País Vasco amanezca exento de guardias civiles y conservadores y españolistas, porque ese día la furia de Otegui se dirigirá a los propios. La purga es el método clásico de los estatalismos. Porque tender la mano al distinto y trabajar con él y ensanchar el corazón es contrario a los afanes de los que quieren reinar solos y solo para sí mismos. Muchas veces le he escuchado a Mayor Oreja hablar del calvario que le queda por atravesar a Euskadi, de la maldad que anda sembrada por tanto asesinato y tanta tortura y tanto enfrentamiento. Pues ya está aquí.