Opinión

Lecciones

Un fenómeno tan devastador como la pandemia provocada por el coronavirus no puede dejar indiferente a ningún ser humano que tenga capacidad de reflexionar y reaccionar. La Iglesia católica «experta en humanidad» como la definió San Pablo VI quiere ayudarnos a sacar las lecciones pertinentes. Lo ha hecho a través de un documento de la Pontificia Academia para la Vida titulado «La comunidad humana en la era de la pandemia. Consideraciones intempestivas sobre el renacimiento de la vida». La primera lección es la de la fragilidad. «Todos somos frágiles –escriben sus autores– radicalmente marcados por la experiencia de la finitud en la esencia de nuestra existencia no sólo de manera ocasional». La segunda lección la definen como la vulnerabilidad común, «nuestra interconexión es un hecho –se afirma– nos hace a todos fuertes o, por el contrario, vulnerables dependiendo de nuestra propia actitud hacia ella». Las precedentes constataciones exigen esfuerzos mundiales y una cooperación internacional. Esto supone, en primer lugar, «acceso universal a las mejores oportunidades de prevención, diagnóstico y tratamiento más allá de la restricción a unos pocos». En el caso concreto de la vacuna cuando se llegue a ella el «único objetivo aceptable es el acceso para todos sin excepciones» porque cuando la vida y el bienestar de una comunidad están en juego el beneficio debe pasar a un segundo plano. «Aprender una lección –es una de las recomendaciones de este denso documento– es volverse humilde, significa cambiar… es volverse consciente, una vez más, de la bondad de la vida que se nos ofrece liberando una energía que va más allá de la inevitable experiencia de la pérdida que debe ser elaborada e integrada en el significado de nuestra existencia».