Opinión

El año de los tres papas

El 6 de agosto de 1978, después de doce años de pontificado, moría en Castelgandolfo Giovanni Battista Montini, Pablo VI. Setenta días más tarde el 16 de octubre era elegido Papa el primero no italiano desde 1523 el polaco Karol Wojtyla. Entre ambas fechas hay que situar el breve reinado de Juan Pablo I fallecido al cabo de apenas un mes de pontificado.

Surgió así la denominación periodística del «año de los tres papas» un fenómeno atípico pero que no era la primera vez que se producía en la historia milenaria de la Iglesia. En 1605 se sucedieron en la sede de Pedro tres pontífices: a Clemente VIII le sucedió a su muerte León XI que reinó sólo diecisiete días siendo sucedido por Camillo Borghese que escogió el nombre de Paolo IV.

1978 , en todo caso, fue un año excepcional que pudimos vivir en pleno sobresalto los que ya entonces nos dedicábamos a la información religiosa. Y fue un período no exento de misterios e intrigas. Los primeros se concentraron en la repentina muerte de Albino Luciani sobre la que los disparatados errores vaticanos dejaron surgir interpretaciones –complots, envenenamiento, asesinato–que hoy ya nadie se atreve a defender.

El cónclave que se abrió a su muerte del Papa Luciani fue escenario de un enfrentamiento entre dos grupos capitaneados por dos cardenales italianos –Siri y Benelli– y en su desarrollo no faltaron algunas intrigas. Estas finalizaron con la elección de San Juan Pablo II que mantuvo el timón de la nave eclesial durante 27 años el período más largo después de los 32 de uno de sus predecesores Pio IX.