Opinión
Arden las cloacas
Hace una semana mis redes sociales ardían bombardeadas por miles de trolls. Trataban de explicarme qué significa ser progresista y qué reaccionario, repartían insultos contra una gente a la que una entendieron y repetían que la aspiración de un país de libres e iguales es mala. Viva la identidad. Siete días más tarde las hordas zumbadas han cambiado de signo. Ahora piden mi cabeza los feligreses del rollo chungo. Quieren iluminarme sobre Joe Biden. Corto/pego al azar: «Pedófilo, con demencia, y títere del estado profundo que capitanean los Clinton, Soros y demás prendas adoradoras de lucifer». Son los mismos conspiranoicos convencidos de que las vacunas provocan autismo, la Tierra es plana, Bill Gates quiere implantarnos un chip (y chop) subcutáneo y el coronavirus fue creado por los servicios secretos chinos y al mismo tiempo no existe. Algo similar pasa con los inmigrantes. Que nos quitan el trabajo y no dan palo al agua. Que se llevan todo el curro, malajes, mientras se pasan el día tumbados junto a una chumbera. Viviendo tan ricamente de las subvenciones y nuestros impuestos. ¡Nos invaden! En EE.UU. los infundios vienen de las teorías de la cloaca de hace cuatro años. Cuando en los peores tugurios de internet hablaban de una teórica red de pedófilos con sede en una pizzería de Washington y conectada a prominentes demócratas. Hasta que un fulano, más resolutivo que el resto, irrumpió en el local, rifle mediante, y se lió a tiros. El veneno ha crecido en intensidad. Demasiados meses encerrados en casa, imagino. Los creyentes del QAnon eructan sus conjeturas sobre un deep state conjurado para tumbar a Donald Trump. Escriben bulos como bulerías satánicas. Consideran probado que habrá deportaciones masivas a Guantánamo y que se acerca el día del Juicio Final y aserejé ja deje tejebe tude jebere. Otra cita. «Está la prensa de España cagada con Trump, saldrán muchos trapos sucios del actual gobierno y el gran bulo que es el corona virus que vosotros habéis ayudado a encubrir. Demencia Biden no sabe ni en que día vive… Se os acabará el chollo chicos cuando gane Trump». Lo leo y recuerdo que los veteranos del periodismo siempre han insistido en que mucho peor que escribir sería trabajar. Todavía lo creo. Incluso aunque salgamos a un ritmo de un mariachi de idiotas por semana.
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