
Opinión
Madrid me duele
La descripción de este presente se parece demasiado a la de meses atrás, maldito déjà vu. Nubes negras descargan con fuerza sobre la Comunidad de Madrid, región europea líder en hospitalidad. Una cualidad que es ahora, tristemente, un arma de doble filo en esta extraña era de la distancia social obligatoria. Llueve sobre mojado: Madrid vuelve a encabezar la lista europea de los males que causa el coronavirus mientras las autoridades correspondientes nos explican que no usemos, por favor, el verbo «confinar» para explicar lo que va a pasarnos a partir del fin de semana. ¡Da miedo el solo hecho de conjugarlo! Argumentan que el confinamiento espanta cualquier posible brote verde. Y el miedo es libre, está comprobado.
Abre, entretanto, el hospital de campaña del Gómez Ulla, al tiempo que se especula con la reapertura del IFEMA. Aumenta la presión en las UCI, se empiezan a suspender cirugías para albergar, en esos mismos quirófanos, a los pacientes de COVID; los centros de salud se nos colapsan, cuesta la vida reservar una simple cita con el médico de cabecera. En paralelo, aumenta el goteo de positivos en residencias de mayores y en colegios. El fenómeno se repite, con diferente intensidad, por toda la geografía, pero Madrid es capital, corazón y madre de esta España lastimada, punto de encuentro y kilómetro cero de todas las provincias y nacionalidades.
Madrid no merece verse hoy en esta tesitura tan compleja, en medio de una pelea política de altura entre PSOE y PP que a nadie le conviene, y que deja en un pésimo lugar a aquellos que han estado dándole la espalda a la capital, con la excusa de la competencia autonómica. ¿Dónde están los PCR a esos viajeros que aterrizan en España? ¿Por qué no te toman la temperatura en Atocha, en Sants? Sería lo mínimo que Sanidad debería estar haciendo para frenar los contagios.
Tampoco ayudan los problemas de comunicación en el Ejecutivo madrileño. ¿En qué cabeza cabe que se nos avise un miércoles de posibles restricciones en 48 horas? Aquello fue una invitación a huir de la región. Ojalá el encuentro entre Sánchez y Díaz Ayuso, en Sol, ahuyente la tormenta.
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