Opinión

Atentos al final de la Abeconomía

Los problemas asiáticos, históricamente han interesado a España. Recientemente, han aparecido en la prensa datos sobre la producción de vehículos automóviles por el mundo empresarial japonés, pero a través físicamente de sus instalaciones en España.
Dentro del comercio exterior y del mundo financiero, el enlace de Japón con la Europa rica surge con un impacto especial en el enlace de la Europa del Mediterráneo, como indicó en una intervención muy interesante, en Madrid, Romano Prodi. La ventaja para España es que se encuentra, simultáneamente, en el Mediterráneo europeo y también en el Atlántico.
Por ello, España tiene que estar alerta a lo que suceda en Hong Kong, en Singapur, en Corea del Sur, de modo creciente en China, y en el conjunto de la ASEAN; sin olvidar el tradicional enlace con Filipinas y el ya referido con Japón. Esta última referencia pasa a tener especial interés por las aludidas inversiones a largo plazo, que le pueden interesar a Japón, mas también a España. Esta buena relación sólo se encontró perturbada durante la II Guerra Mundial, como consecuencia de la dura política antiespañola, dentro de una pretendida reacción anti occidental, que desarrolló Japón durante su ocupación militar de Filipinas.
La liquidación de los conflictos bélicos en Corea y en Vietnam aumentan el peso económico de toda esa región y, poco a poco, crean vinculaciones multilaterales que merecen atención en España. La paz que reina ahora en la región se deriva del papel que había pasado a tener, en el Gobierno de Tokio, un dirigente del partido democrático liberal, el cual ideológicamente planteó una política económica muy ortodoxa, bastante equivalente a las que se plantearon en Europa, siguiendo los mensajes favorables a la economía libre de mercado, iniciada con fuerza en Alemania casi inmediatamente después de finalizar la II Guerra Mundial. El personaje clave que pasó a presidir, desde ese partido político, la vida japonesa, fue Abe Shenzo, que ha pasado a ocupar el poder, hasta hace unos días durante ocho años. Abe los rigió con gran tranquilidad, teniendo en cuenta el cambio en el sector exterior en sus aspectos esenciales, y siempre entendiendo que Japón debería mantener, precisamente ahí, una relación de impulso a su economía, extraordinariamente importante. Fruto del golpe que se recibirá en cualquier país del mundo, a causa del impacto del covid-19, pasamos a encontrarnos con el PIB nipón, que, tras ello, siguió disminuyendo con claridad, con un déficit evidente en la balanza por cuenta corriente, aunque –y ello es significativo,– con una baja cifra de desempleados. Por haber conseguido el presidente Abe, en el mercado, previo al impacto de la pandemia, crear una mejoría económica creciente, esta nueva realidad pasó a denominarse «la Abeconomía». Al coincidir con una desaceleración del peso de China, esta realidad japonesa dio la impresión de que nos debía interesar mucho. La actual interrogación parte de la dimisión que acaba de presentar en su puesto de primer ministro este político japonés, cuando además surgía la idea de que el conflicto perdido por el Imperio nipón en su pugna con Estados Unidos, pasaba a esfumarse.
Nos encontramos, pues, con el final de la Abeconomía, que por otra parte estaba enlazando la situación del Pacífico con la economía de los Estados Unidos, y donde Japón pasaba a jugar un papel importante a partir del dato de lo que sucedía en los mercados bursátiles de esa región. Da la impresión de que Washington ha pensado, con mucha claridad, que en los choques recientes con China, a causa de la cuestión del control de zonas marítimas del Pacífico, podían unirse japoneses y norteamericanos, frente al desarrollo militar chino. A todo eso España no puede darle la espalda. De ahí que tengamos que pasar a tener muy en cuenta cuál va a ser el talante del sucesor de Abe Shenzo. De momento, las noticias primeras que llegan es que la Abeconomía va a seguir manteniéndose, y mucho más cuando los problemas de China no parecen disminuir.
Y al llegar a este punto, históricamente se recuerda la colaboración del Imperio nipón, con España, en tiempos de Felipe IV, cuando se produjo un alzamiento de los sangleyes en Filipinas. La liquidación de ese alzamiento tuvo lugar a través de la creación de Tercios de nipones con oficialidad española. ¿Abe Shenzo nos ha colocado con otra posibilidad de tener amistad con Japón, ahora en el ámbito económico? El reciente acuerdo comercial firmado por Japón con el Reino Unido ¿es una señal para la Unión Europea, sobre un futuro posible que, forzosamente, implicaría a España? El papel actual que se observa en las inversiones niponas en España, parece indicar que no se piensa en un abandono de la Abeconomía, sino de su permanencia, y que puede favorecernos.

Juan Velarde Fuertes es economista y catedrático.