Opinión
A punta de pistola
El coronavirus acelera y se expande inevitablemente, ante la impotencia colectiva. La economía se desploma y, en esta especie de apocalipsis mundial por oleadas, el FMI nos anuncia previsiones nefastas para España.
Esperaba que alguien mencionara este asunto crucial en la última sesión de control al Gobierno. Pensaba que sus señorías podrían debatir por una vez, quizá, sobre cómo reforzar la atención primaria, sobre cómo mejorar nuestra capacidad de rastreo para controlar la pandemia…, pero nada. Lo del Congreso resulta bochornoso. Insultos sí, ruido, show y bronca garantizadas, pero no hablemos de lo importante. Lo mismo en la Asamblea de Madrid, con gesto amenazante incluido, a punta de pistola. Normal que los políticos preocupen cada vez más a los españoles, no hace falta que venga el CIS de Tezanos a confirmarlo. Basta con salir a la calle, observar y preguntar.
La semana pasada, la Monarquía les ocupó a los diputados el ratito de disputa. Hoy leemos en el CIS que solo el 1,1% de la población percibe esta institución como un problema. Este último miércoles, en el Hemiciclo, se despacharon a gusto unos y otros: se llamaron dictador, matón, gamberro, se pidieron dimisiones. Hoy, la mitad de la población afirma no tener simpatía por ninguna formación política. Por supuesto que no es justo meterles absolutamente a todos en el mismo saco, pero urge que ellos proyecten un clima de respeto ideológico y de buenas maneras, si pretenden recuperar la confianza de esta nación, tan necesitada de certidumbres.
No muy lejos de nosotros, en la vecina Francia, no son de archivar querellas, de modo que la Justicia puede llevar a los tribunales al Gobierno por su gestión de la COVID. Vemos cómo registran la casa de un ministro de Sanidad y, al mismo tiempo, vemos a una alcaldesa como Anne Hidalgo, socialista, apoyando sin fisuras el toque de queda decretado por el presidente Emmanuel Macron. Allí existen dos comités científicos para el coronavirus. Aquí, vete a saber. Aquí sucede que una inmensa mayoría de jueces observan, desolados, cómo la coalición gobernante pretende retorcer la ley para limitar su independencia. Ver para creer, aunque al final la iniciativa no tenga recorrido.
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