Política

“Las tres crisis de España”

La situación que vive España es muy inquietante y, lo que es peor, con un desenlace muy incierto. Estamos inmersos en tres crisis muy graves que están interconectadas en algunos aspectos, pero sólo una es consecuencia de la covid-19. Es verdad que la pandemia las ha agravado, pero sus orígenes, desarrollo y conclusión son diferentes. No es fácil determinar cuál es la más grave, pero es fácil constatar que lo son las tres. Se trata de crisis sanitaria, económica e institucional. La primera está siendo terrible, pero en un tiempo no muy lejano será superada aunque las consecuencias habrán sido muy tristes porque ha provocado, hasta el momento, más de 50.000 muertos y mucha gente que quedará afectada el resto de su vida. Están unos daños psicológicos cuyo alcance siempre es difícil de determinar. La pandemia nos cogió desprevenidos y nadie imaginaba el alcance que podía tener cuando empezaron a llegar las primeras noticias de China. Es cierto que hubo una cierta arrogancia europea al pensar que era un escenario similar a la gripe aviar que al final no tuvo las consecuencias que se temían. Por decirlo de una forma sencilla, los gobiernos se prepararon para lo peor y no se produjo.

No hay duda de que los europeos tenemos el mejor sistema sanitario público y privado del mundo, pero no estaba preparado para una pandemia de estas características. Todos los gobiernos se vieron desbordados y se tomaron decisiones drásticas que el tiempo ha demostrado que no fueron suficientes para acabar con la pandemia o como mínimo reducirla al máximo. Pedro Sánchez anunció la llegada de una Nueva Normalidad que finalmente no se ha producido y ahora vivimos inmersos en una montaña rusa de noticias angustiosas y actuaciones improvisadas, porque no se hicieron los deberes. Ni se adecuó el marco jurídico ni se elaboró un protocolo de reacción con medidas claras, consensuadas y avaladas por algún grupo de expertos. Es algo ciertamente incomprensible. La administración competente para actuar sobre el terreno es la autonómica, pero le corresponde al gobierno una coordinación que no puede estar en las manos inexpertas de esa extraña pareja formada por Illa y Simón.

A pesar de la situación angustiosa que vivimos se puede afirmar que los esfuerzos mundiales de los Estados y las empresas farmacéuticas con la ayuda de organizaciones internacionales y universidades darán sus frutos. Es irresponsable fijar una fecha, aunque los políticos de todo signo son muy aficionados a ello, pero todo indica que en unos meses dispondremos de vacunas y medicinas eficaces para combatir a la pandemia. Otra cuestión distinta es que la covid-19 ha puesto de manifiesto nuestra fragilidad frente a un acontecimiento tan devastador como imprevisible. Es bastante probable que en el futuro tengamos que enfrentarnos a otras enfermedades, algo que la Historia nos demuestra que ha sido habitual. El que no tengamos conciencia de ello no significa que no haya sido así. Las enfermedades mortales que ahora podemos combatir gracias a los avances sanitarios han provocado centenares de millones de muertos a lo largo del tiempo. La revolución sanitaria es una de las más importantes y decisivas de la historia de la Humanidad y ha permitido que hayamos alcanzado la esperanza y la calidad de vida que tenemos actualmente.

La crisis económica también la superaremos. No será con los excéntricos planteamientos del gobierno que parecen propios de alguien que no haya aprobado primero de Económicas. El Plan Presupuestario 2021 es un insulto a la inteligencia y un ejercicio de voluntarismo que no engaña ni siquiera a sus motivados redactores. Es verdad que el papel todo lo aguanta y que en unos meses nadie se acordará de las cifras que se han barajado. El gobierno confía en la barra libre del Banco Central Europeo y el cheque que nunca acaba de llegar de los 140.000 millones. La realidad es que necesitábamos, por redondear, unos 500.000. En el caso de que algún ingenuo se crea esa famosa recuperación en V el próximo año siento mucho que se llevará un enorme disgusto con las cifras que concluiremos este ejercicio, que además están falseadas por los ERTE.

¿Cómo se pagarán los 100.000 millones de los créditos ICO? ¿Cómo se producirá la recuperación de la industria turística con la intensidad que se necesita? ¿Cómo se recuperaran los comercios que se han destruido? Mucha gente se está empobreciendo día a día teniendo que asumir pagos sin disponer de ingresos por la vía inquietante de fundirse sus ahorros o endeudarse. Precisamente, la caída de ingresos y el aumento de sus posiciones crediticias hacen que muchas empresas tengan que afrontar un futuro muy incierto. A estas alturas no soy capaz de saber cuáles son esos sectores que el gobierno espera que actúen como motores. A pesar de este panorama devastador, también saldremos de una crisis que hubiera llegado igual, tal como se comprueba con los indicadores previos a la pandemia, aunque no con la enorme brutalidad que ahora sufrimos.

Finalmente, la crisis más preocupante en su solución y duración es la institucional. La eclosión se produjo con el resultado electoral de 2016 dando lugar al Parlamento más fraccionado de nuestra historia reciente y elección tras elección se confirma esta situación. El enfrentamiento, la deriva autoritaria, la ausencia de acuerdos transversales, el partidismo, el populismo, el cuestionamiento de todas las instituciones o la corrupción como arma política son los síntomas de una crisis tan profunda como grave. Ningún país de la Unión Europea sufre una situación parecida. Lo peor es que no veo luz en el horizonte.