Opinión
La derecha en su laberinto
Con independencia del resultado final en la votación de la moción de censura que en unas horas se vivirá en el Congreso de los Diputados, la conclusión que hoy se impone no es otra más que la prueba de resistencia que esta plúmbea sesión parlamentaria viene a suponer para los filamentos de una derecha atrapada en la angustiosa paradoja de recoger –sondeos en mano como el publicado el pasado lunes por este periódico– los votos contantes y sonantes del descontento frente al gobierno, pero contemplando al mismo tiempo que la suma de escaños por obra y gracia del señor D´Hont seguirá beneficiando al bloque «Frankenstein». No es más que la división entre un PP obsesionado en marca distancias con el vecino de espectro político para recibir como única plusvalía seguir siendo primera fuerza de la oposición y un Vox que no tiene complejos a la hora de capitalizar desde un discurso más radical pero no por ello menos legítimo y efectivo la punta de lanza frente a las políticas del Ejecutivo. Es lo que tiene la ausencia de ataduras que confiere el no considerarse aún partido con vocación de gobierno, aunque sí con vocación de crecimiento, algo que Abascal con la confianza de cuatro millones de votantes debiera hacerse mirar.
El fenómeno Vox –con independencia de que nos guste más o menos– ha venido para quedarse, ni es flor de un día, ni es un experimento inducido desde laboratorios de la demoscopia sino el resultado palmario justo de eso que –en este caso a la contra– tantos sueños húmedos le producía al PP de Rajoy y Sáenz de Santamaría, con un Podemos en ascenso dividiendo frente al PSOE el voto de la izquierda. El bofetón cambió de campo y a la derecha española solamente le queda para salir de su laberinto tener claros enunciados como la bendición que ha supuesto para el gobierno social-podemita esta jugada política que hoy concluye en el Congreso, consolidándose como bloque junto a los nacionalismos frente a un enemigo común, o el hecho de que ahora si es cuando arranca de verdad ese otoño caliente que puede dar con unos nuevos presupuestos que garanticen a este gobierno el transito hasta el final de legislatura. Ergo, hasta que Casado y Abascal determinen una salida al laberinto de la derecha que no es otra más que la unidad electoral de circunscripciones, de momento… gana la banca.
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