Opinión

Advertencias muy serias y oportunas desde la economía

Cuando se estudia la historia económica de la España contemporánea se observa que, a partir de 1953, ha comenzado a surgir, no solo en lo económico, sino también en lo social y político, otra España en nada parecida a la anterior. Por eso resulta muy valioso lo que se nos ha señalado en la revista «Economistas», en el número monográfico «El sector exterior de la economía española en 2020», porque precisamente el análisis de éste se ha convertido en una especie de faro que lanza su luz sobre las agitadas aguas donde navega España sin tener en cuenta, por quienes la gobiernan los muy serios problemas que aparecen .
En ese número de «Economistas» se observa que no se puede deducir que marchen por un buen camino nuestros problemas en ese fundamental sector. En el valiosísimo trabajo de José Luis Feíto, «Reformas y competitividad: un análisis macroeconómico», se nos indica, por ejemplo, de qué manera afecta el riesgo de perder competitividad, por supuesto a largo plazo; pero, para eso, señala que hay que prepararse ya ahora. Y esas reformas están vinculadas con la educación, y también, con no ignorar que lo más urgente es comenzar a plantear muy en serio la reforma del crecimiento a largo plazo. Eso supone una reestructuración acompañada de un empresariado eficaz y, simultáneamente –y es bueno señalarlo ahora, cuando debatimos las líneas que debe tener el presupuesto de 2021–, se destaca que una reforma imprescindible es «reconducir el crecimiento del gasto público hacia sendas compatibles con el equilibrio presupuestario», y ello «sin que sea necesario recurrir a subidas impositivas que coartarían el crecimiento económico y harían imposible equilibrar las cuentas públicas». Esto que se destaca por Feito, se completa por Fernando Fernández Méndez de Andés y Carlos Poza Lara que nos indican, algo fundamental en relación con el déficit presupuestario: «La elevada posición deudora de la inversión internacional neta de la economía española es un claro elemento de vulnerabilidad frente a eventuales turbulencias en los mercados financieros internacionales… Además existe un vínculo excesivo con la deuda pública, lo que hace depender la sostenibilidad de las finanzas públicas al crecimiento económico futuro y a la capacidad de cumplir con los objetivos presupuestarios». Naturalmente si además existe una desaceleración grande en la economía española, forzosamente el problema presupuestario se incrementará, y esa desaceleración nos la ha mostrado perfectamente, y conviene felicitarle tras esa observación debido a lo que, acertadamente, desde el Banco de España acaba de señalar ese excelente economista que es Hernández de Cos.
Por lo tanto, es necesario tener en cuenta aportaciones como las que se han señalado que muestran la vinculación de todo el conjunto de la economía española, es obligado conocer el motivo de que eso ocurra. Y esto nos lleva a una aportación que aparece en el mismo artículo: «La inestabilidad política y la subordinación de la política fiscal a los intereses electorales, ha dado por resultado en un nuevo incumplimiento de los objetivos de déficit en 2019, incluso por encima del propio compromiso del gobierno (2% del PIB)». Por cierto, conviene señalar que Bruselas nunca lo aceptó, con lo que desde el 2019 pasamos a correr el riesgo de recibir un serio apercibimiento fiscal.
Tras lo señalado, se podría ampliar mucho más todo este planteamiento demostrando lo muy peligrosa que es la situación generada por no haber ratificado, radicalmente lo que desde 2019 había desarrollado el actual gobierno Sánchez-Iglesias, y que se va a agravar con el actual planteamiento presupuestario.
En la citada revista destacan estas palabras de Cristina Serrano Leal: «No se puede entender la política exterior de España sin incluir el componente de sus relaciones económicas internacionales y de la política comercial de la Unión Europea, como elemento impulsor de las mismas». Y para aceptar eso, se nos había señalado en el artículo de José Luis Feito que: «Son necesarias reformas de las pensiones o de la sanidad… imprescindibles para reconducir el crecimiento del gasto público hacia sendas compatibles con el equilibrio presupuestario, sin que sea necesario recurrir a subidas impositivas que coartarían el crecimiento económico y, de eso, al final harían imposible equilibrar las cuentas públicas». ¿No tiene esto mucho que ver con la reacción que se debe adoptar ante el proyecto presupuestario de 2021?