Inmigración

Las nuevas “Afortunadas”

El Mediterráneo se convirtió en la vía principal de acceso a la UE, con ocasión de la crisis provocada por los flujos migratorios masivos e incontrolados organizados por las mafias entre África y Europa. En la zona oriental mediterránea, la isla griega de Lesbos pasó a ser la estación intermedia para acceder a la UE, mientras que en el Mediterráneo central ese papel correspondió a la isla italiana de Lampedusa.

Pese a las previsiones de que en la parte occidental, España sería este apeadero transitorio –agudizado además por la proximidad de la península en el Estrecho, y con las ciudades de Ceuta y Melilla en suelo africano–, no fue así gracias a una realista y exigente política que mereció especial reconocimiento de la UE en los Consejos de Interior celebrados.

En la fachada atlántica, Canarias –que había padecido la conocida como «crisis de los cayucos» en 2005– quedó al margen de ese crítico problema. El Gobierno se vio sometido a una demagógica oposición desde la izquierda, exigiendo «papeles para todos» y demonizando las por ellos denominadas «devoluciones en caliente». Así, su primer gesto tras el éxito de la moción de censura, fue la populista recepción –cual «Bienvenido Mr. Marshall»– del Aquarius, que Salvini había denegado desembarcar en Lampedusa.

La mafias tomaron buena nota –y la UE también– y ahora han convertido a las Islas Canarias en las islas Lesbos y Lampedusa y, donde había turistas, hay inmigrantes acogidos en hoteles y campos de concentración. Es el Gobierno «progresista».