Opinión
La derecha en Cataluña
La situación de la derecha en Cataluña no resulta prometedora. Cierto que Vox parece llegar al Parlamento catalán en buena forma, aunque eso será un problema para muchos. Ciudadanos, sin embargo, se derrumba y el Partido Popular no remonta de verdad, o no lo suficiente como para crear expectativas para una alternativa. Estamos ante un panorama poco alentador, por mucho que sea el resultado lógico y previsible de decisiones tomadas en años anteriores.
En cuanto al PP, la situación revela la dificultad que está teniendo el partido para hacer frente a un nacionalismo volcado en el independentismo y a una izquierda que ha decidido, después del intento separatista, continuar y profundizar su alianza con los nacionalistas, lo que es tanto como provocar la ruptura del régimen constitucional. No es sólo que la izquierda española, por puro oportunismo, se pueda permitir maniobras impensables en el PP. Es que obliga al PP a situarse ante una situación nueva, en la que los consensos vigentes hasta hace poco tiempo han dejado de existir. No es de extrañar que el PP no haya encontrado todavía la forma de articular un discurso y una actitud propias. Y de ahí, como era de esperar, el desconcierto de una parte de su electorado, más aún en Cataluña.
De Ciudadanos apenas vale la pena recordar lo que significó y, sobre todo, lo que pudo haber llegado a ser, incluso sin conseguir una mayoría de gobierno, después de las elecciones de 2017. El tacticismo y la ambición personal desbarataron aquella alternativa constitucional al nacionalismo, es decir, al independentismo. Ahí quedó huérfano un electorado que ahora andará dudando entre Vox, por su afirmación española, y el PP nuevamente renovado de Pablo Casado.
Y sin embargo, la oferta política de la derecha, también en Cataluña, no tendría por qué resultar tan problemática. Hay muchas diferencias y muchos matices: en el ritmo de los cambios necesarios, en la dimensión política de la cultura y de la historia, en la profundidad de la integración de la Unión Europea, en las actitudes ante la globalización, en la reforma o no del Estado de las Autonomías, en la distinta consideración de nuestra democracia, más «militante» –como se dice– en la defensa de algunos principios y algunos derechos o no, como ocurre hasta ahora. Aun así, toda la derecha comparte un fondo básico: defensa y promoción de la unidad de España, vigencia de la Constitución y necesidad de la Monarquía parlamentaria para la supervivencia de una sociedad española tolerante y plural. Es donde estamos, con independencia de los juicios que le merezca este diagnóstico a una izquierda empeñada en su empresa de desmantelamiento de España y del «régimen del 78». Desde este punto de vista, la pluralidad de la oferta de derechas, que tiene inconvenientes claros, puede también presentar alguna ventaja. Lo importante, en este punto, es no equivocarse de adversario. Sin fuerzas políticas capaces de movilizar una parte importante de la sociedad catalana en favor de la Constitución, España y la Corona, la situación empeorará.
✕
Accede a tu cuenta para comentar