Opinión

Después del trato, el arte de vender

José Luis Ávalos ha ido por delante. En la política de la Moncloa no hay nada casual. Todo está calculado y, por eso, fue el número dos de un PSOE en el que solo manda Pedro Sánchez el encargado de calentar motores con la mirada puesta en las elecciones catalanas del 14-F, con permiso de Puigdemont, claro, que quizá intente retrasarlas. «Tenemos la obligación de aliviar tensiones en Cataluña», avanzó el también ministro de Fomento. Traducido al lenguaje de la calle significaría que el Gobierno está dispuesto a indultar a los «indepes», con Junqueras a la cabeza, condenados por el Tribunal Supremo. Los fiscales del caso no son partidarios y lo han dejado muy claro en sus informes, pero eso no es ningún inconveniente, como anunció ayer la vicepresidenta Carmen Calvo, mientras la primera gran remesa de la vacuna de Pfizer se retrasa un día. Anecdótico si funciona, cuando las víctimas en España de la Covid-19 superan las 50.000 según la contabilidad de Sanidad, que podrían ser cerca de 20.000 más según se interpreten los datos del Instituto Nacional de Estadística.

Europa ha respirado tras el acuerdo final del Brexit que Boris Johnson firmó, casualidad o no, tras las escenas de miles de camiones en las fronteras británicas y los primeros indicios de desabastecimiento. La nueva cepa británica del virus fue la excusa, pero los camiones bloqueados, como preludio del día después de un Brexit por las bravas, agilizaron el pacto. «Niebla en el canal, el continente aislado», afirmaba un dicho británico en tiempos gloriosos del Reino Unido. Ahora, la isla sí ha estado a punto de quedar aislada y, en cualquier caso, deberá asumir un Brexit en el que no todo es tan dorado como pinta Johnson que, como sugiere The Economist, intenta aplicar la receta británica de que «Después del trato, el arte de vender» –«after the deal, the salesmanship»–. Es legítimo, por supuesto, como también está dentro de las atribuciones del Gobierno preparar el terreno para indultar a los «indepes», pero destila un penetrante tufo a «trato». Ábalos fue por delante, como la mujer gorda del «paisaje de la multitud» de Lorca.