Opinión

Ventanilla Warren

Warren Sánchez, el hombre que tiene todas las respuestas, tiene también todas las caras, entre las cuales destaca la dura. Lo demostró en un reciente y extenso artículo en “Expansión”, en el que nos radiografió a los españoles, y afirmó que ansiamos modernizar el Estado.

Dijo el presidente que ciertamente la administración no es la de Larra y su “vuelva usted mañana”, porque se ha democratizado, y es “más moderna, más descentralizada y más vigorosa. Más cercana a la ciudadanía”. A continuación matiza: “Pero aún persisten insuficiencias, burocracias obsoletas y disfuncionalidades que es necesario corregir urgentemente para afrontar los desafíos económicos que tenemos por delante”.

Seguidamente presenta el Real Decreto-ley para la modernización de la Administración Pública y la gestión del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, cuyos objetivos son “comunes de todos los españoles y españolas”. Y estos objetivos que Warren sabe que son de todos y todas, son: “dotar a nuestra organización administrativa de una gobernanza abierta y profesional…fijar un conjunto de medidas para la ágil ejecución del Plan…reducir las barreras normativas que tienen los ciudadanos y las empresas para operar”.

Ni una sola palabra dedica el presidente a los impuestos, como si los impuestos no se contaran entre las preocupaciones de las trabajadoras; como si no los pagaran. Ni una vez subraya que las ayudas europeas serán pagadas, hasta el último euro, por las mujeres europeas, incluidas las españolas.

Un líder tan feminista como Warren podría haber tenido alguna consideración hacia las trabajadoras que serán forzadas a pagar la cuenta. No lo hizo. Para él lo importante es arreglar la ventanilla, y aumentar el gasto que será un gratuito maná, que impulsará el crecimiento y el empleo, y servirá “para acelerar las cuatro transformaciones que necesita España: la transformación digital, la transición ecológica, la igualdad sin brechas de género y la cohesión social y territorial”. Otra vez, él sabe lo que necesitan las mujeres, que naturalmente nunca es que los políticos las dejen en paz y no metan la mano en sus vidas y en sus carteras.

Por cierto, cabe sospechar que las mujeres, como los hombres, aprecian que se las trate con respeto y no les tomen el pelo, como hizo Warren Sánchez: “Estamos trabajando pensando en la recuperación de nuestro país después de una pandemia terrible, y no en el juego político”.