Opinión

Jóvenes en España

El Consejo Económico y Social acaba de publicar un informe sobre los jóvenes españoles que debiera figurar entre las lecturas apremiantes para nuestros gobernantes, aunque sólo sea por el sombrío panorama que dibuja, cuyas consecuencias futuras podrían llegar a ser estremecedoras. Para empezar, en el curso de los últimos veinte años, como derivación de la crisis de natalidad que vive alegremente el país, esos jóvenes de 15 a 30 años son cada vez menos: un poco más de siete millones actualmente, más de nueve dos décadas atrás. Y se enfrentan a cohortes de adultos y de viejos notoriamente más amplias que las suyas, a las que, en algún momento, tendrán que sostener. Se emancipan tarde, casi a los treinta años, y lo hacen con dificultad, pues sus condiciones de empleo –cuando lo tienen, pues entre ellos abundan los desempleados– no son precisamente las más boyantes. Ciertamente, aquellos que han alcanzado un nivel educativo superior –que suman el 44 por ciento del total– o los que han completado la educación secundaria –otro 23 por ciento– tienen mejores oportunidades, aunque ello no les exime de pasar algunas temporadas por la oficina de empleo. Pero el tercio de los que apenas acumulan la educación primaria –son 2,3 millones de individuos–, en buena medida porque son fracasados escolares, se desenvuelven en un mar de obstáculos, hasta el punto de que más de cuatrocientos mil de ellos engrosan la categoría de los que ni estudian ni trabajan ni buscan empleo.

¿Y qué ocurre con los que trabajan? Pues que más de la mitad lo hacen en condiciones de temporalidad que duran mucho tiempo. Además, entre ellos la incidencia de los accidentes de trabajo es elevada. Sus salarios son bajos. Cobran, según la edad, entre la mitad y el 80 por ciento del salario medio de los trabajadores adultos. Y, siendo más frecuentemente despedidos que estos últimos, están peor tratados en cuanto a la protección por desempleo. España es cada vez más, por todo ello, un país para viejos que no da cabida a los jóvenes. Al hacerlo, pone en cuestión su futuro.