Opinión
El gobernador escribe a los Reyes
Pablo Hernández de Cos, gobernador del Banco de España, envío ayer, a través de «Central Banking», en forma de larguísima y muy técnica entrevista, una especie de carta a los Reyes Magos que, para otros sería más una felicitación de Año Nuevo, porque mezcla deseos con peticiones, al mismo tiempo que enumera deberes hechos. Afirma que «el cambio climático es uno de los principales problemas de estabilidad financiera en la actualidad», insiste en la conveniencia de que los Gobiernos y mantengan el gasto público –política fiscal expansiva– para evitar «daños permanentes» en las economías en tiempos de Covid-19 y cree que lo que se consideraba «poco convencional» en la actuación del Banco Central Europeo hay que empezar a llamarlo «convencional».
El gobernador reitera sus advertencias sobre los riesgos en España de subir las pensiones y los salarios de los empleados públicos y recuerda que existen probabilidades de que las previsiones macro con las que diseñaron los Presupuestos sean revisadas a la baja. Estas advertencias, que también son peticiones, quizá a los Reyes Magos, de rectificación, coinciden con el anuncio de la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, de que el déficit público llegó al 11,3% en 2020. Las prisas en el avanzar de esa cifra sugieren que los datos definitivos –se conocerán en marzo– pueden ser peores, pero mientras tanto se deja ahí ese mensaje, que mitigaría otra realidad peor. El gobernador, como algunos niños que vuelven a reclamar al año siguiente lo que no les trajeron los Reyes, pide otra vez que España debe reconocer el problema que supondrá una deuda pública mucho mayor y que es imprescindible que el país se prepare para estabilizar y reducir tanto la deuda como el déficit, lo que significa que se apliquen «las reformas estructurales que sabemos que son absolutamente necesarias». Es difícil que la carta de Hernández de Cos haya llegado a tiempo a los Reyes Magos, pero tampoco hay nada que impida que le traigan –no tanto a él como a la economía española– lo que pide más adelante, aunque corre el peligro de perderse en la ilusión de una noche mágica.
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