Opinión
Machirulos
La universidad de Granada, que debiera ser sagrado templo de la sabiduría, impartió un curso titulado «Masculinidad y violencia» al que se inscribió Rebeca Argudo, colaboradora de este periódico. Relató su experiencia en un magnífico reportaje publicado el pasado domingo, «Cómo suspender el curso ‘Masculinidad y violencia’ en cuatro cómodos pasos», en el que desenmascaraba la intención del seminario, que no era otra que la de llegar primero a una conclusión, la violencia es cosa de hombres, y luego ya vemos cómo apañamos el argumento y la bibliografía. La periodista, mujer, claro, critica lo que algunos de los profesores que dirigían el aquelarre, entre ellos, el coordinador Miguel Lorente, querían que asumiese y que como mujer libre no estaba dispuesta a aceptar. El señor Lorente, en su denodado intento por apoyar sus convicciones frente a los que no le comulgan, entabla una guerra tuitera y faltona propia de los arquetipos que dice combatir. Está admitiendo que es un hombre el que tiene que decir a una mujer qué ha de pensar, lo que lo convertiría en un machirulo que manipula las palabras y en un acosador de la libertad de expresión. No encontrará Lorente un periódico más comprometido con la igualdad y contra la violencia de género, pero tampoco dará con otro en el que libertad sea un valor tan supremo, tanto como para defender obviedades, por ejemplo el mal uso del lenguaje inclusivo porque, como bien subraya Argudo, el masculino genérico no supone una discriminación. Aunque igual quiere reeducar a las mujeres de la Real Academia Española que así lo defienden o hipnotizarnos a todos para que una vez inoculado su discurso en el cerebro no podamos cuestionar sus métodos.
Argudo no cimenta el machismo, ejerce el periodismo, y les pone un espejo a sus deformidades. Es ella la que concluye después de escucharles que las mujeres son libres de rebelarse ante unos supuestos salvadores que cometen tropelías pseudocientíficas para vacunarnos con su ramplona propaganda. Y lo argumenta. Si la universidad no admite el debate, tal vez sea el rectorado el que deba hacérselo mirar.
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