Opinión

“Los que querían votar”

Salvo sorpresa de última hora, y con el pretexto de la pandemia, hoy las elecciones catalanas convocadas para el 14 de febrero se aplazarán previsiblemente hasta primavera. A partir de los pronunciamientos de los actores políticos en presencia, hablar de «pretexto» no es una mera opinión, sino una realidad. El aterrizaje del ministro Illa en la competición electoral ha removido el otrora «oasis político» catalán, convertido en algo indescriptible por su carácter surrealista: desde Waterloo el prófugo Puigdemont arenga a sus tropas, mientras otros dirigentes cumplen condena en prisión rechazando en público un indulto que esperan cual agua de mayo, mes primaveral por excelencia y posible electoral.

Atrás quedan las soflamas del Govern con el ínclito Torra al frente, afirmando que con la independencia habría menos muertos por coronavirus, mientras ahora se colocan tras el burladero del Covid para solicitar un aplazamiento electoral. Sin Illa no lo habría, y es curioso observar que el único partido que se opone al retraso sea el del candidato que teóricamente es el que mejor conoce la situación sanitaria.

Este mismo mes hay elecciones presidenciales en Portugal con el país confinado, y se han celebrado incluso en EE.UU., pero en Cataluña, al parecer, la dirigencia separatista es incapaz de garantizar el voto siquiera contando con el emitido por correo, cuando llevamos casi un año de experiencia viral. Estos son los que reclamaban el «derecho a decidir y que querían votar». Sin duda, es más fácil para ellos organizar referéndums ilegales.