Opinión

Recibo de la luz tardofranquista

Pablo Echenique defiende ahora –el programa electoral de Podemos decía lo contrario, pero esa es otra historia– mantener el IVA del 21% en el precio de la electricidad y que sean las compañías eléctricas las que apechuguen con el alza de costes. El líder morado tiene razón. La reducción del IVA supondría una merma en los ingresos de un erario público deficitario y endeudado, pero desviar el problema a las eléctricas también tendría efectos fiscales. Sus resultados serían peores y pagarían menos impuestos. Eso sí, permitiría estigmatizar a esas empresas, algo que podría ser popular. El precio de la electricidad, sobre todo el que paga el consumidor doméstico, es terreno abonado para la demagogia más burda. España es un país sin fuentes de energía y esa ha sido una de sus principales carencias. La producción de energía es limitada –mejorada con la eólica, pero dependiente del viento–, lo que obliga a adquirir combustibles en los mercados internacionales y pagar los precios de cada momento. Ahora, las eléctricas españolas han tenido que comprar gas para abastecer a sus centrales, en un momento en el que su precio se ha disparado, entre otros motivos por la demanda asiática, lo que ha provocado, claro, el aumento del precio de la electricidad. La subida ha sido notable, pero debe ser pasajera, y en un recibo de 80 euros no debería representar más de 4 euros. No es una buena noticia, pero tampoco es el fin del mundo y hay fórmulas para socorrer a los verdaderamente necesitados. Por otra parte, el recibo de la luz, además del IVA, incluye otro impuesto del 5% sobre el consumo, cantidad que también está gravada con el IVA.Es pagar un impuesto por pagar otro impuesto y no es un trabalenguas. Disparatado, como aquella política del tardofranquismo, que ante la primera gran crisis energética de 1973, decidió –la dictadura tenía miedo– no repercutir como correspondía las enormes subidas de costes de los carburantes en los precios como hicieron el resto de los países. Hacer ahora lo mismo con la electricidad sería volver al dirigismo económico tardofranquista, como sin duda sabe el propio Echenique.