Elecciones catalanas

Cherchez la femme

Borràs ya viene imputada de casa por los «trapis» presuntos y los contratos a los amiguetes de los que le acusan

La patria catalana ha tenido muchos padres, pero les faltaba una madre. Ahora se ha propuesto para parir la república catalana Laura Borràs, Santa Madonna del unilateralismo, sacerdotisa de las antiguas religiones paganas del «unoó». Hay túnicas blancas en el bosque de la libertad de los pueblos y ceremonias con antorchas como para resucitar el alma del procés con danzas y un crómlech que hay en una rotonda de Igualada.

Vamos más a votar que a los bares. De tanta noche electoral me han salido urnas en las pesadillas. En este sueño, una mujer a la que no reconozco se sienta a los pies de la cama y me cuenta la historia del pueblo catalán. Cuando vamos por 1714 comienzo a intuir que la mujer al trasluz de la luz del pasillo es Laura Borràs. Quién mejor para contar el cuento lisérgico de la Cataluña oprimida que una profesora de literatura cuya tesis llevaba por título «Formas de locura en la época medieval».

En esas se aparece la versión femenina del independentismo, que sigue siendo una cosa tan descabellada como antes, pero ahora se recicla en una emoción matriarcal que solo alcanzábamos a imaginar en el rubor que le asomaba a Quim Torra en las mejillas cuando se enfadaba mucho. A Torra se lo comió su sustituta, y también a Puigdemont, que anda perdido en Waterloo acaso llamando al telefonillo de su propio castillo. A todos esos hombres los superó Borràs, nueva combinación entre masculinidad y feminidad en la niña que tenía una foto de Nadia Comaneci y una moto de trial, un independentismo deportivo como de subir en treinta y dos minutos al Tossal del Rei, más de Lomu que de Messi, un choque de fuerzas que se relaciona con una nueva actividad volcánica al macizo de Montserrat.

Y con un impulso práctico, por qué no. Porque hasta ahora, la costumbre del independentismo era encontrar el verdadero sentido de las cosas en el momento en el que el Supremo imputaba a los presidentes de la Generalitat de Cataluña, pero Borràs ya viene imputada de casa por los «trapis» presuntos y los contratos a los amiguetes de los que le acusan, un caso de corrupción que intenta asimilar a la persecución política. No habría que esperar a que la martiricen porque Borràs ya está martirizada. Le faltaría solo racializarse para ser la Kamala del unilateralismo, así que imagino que ya andarán buscándole un ancestro maorí obrero de La Garriga.

«Cherchez la femme, pardieu», advirtió Alejandro Dumas hace siglo y medio, pero esta no la vio venir el sanchismo. El efecto Illa contaba con la grúa de Remolques Tezanos y con que por extrañas deformaciones en los principios que enunció Pierre Simón de Laplace sobre la dinámica de fluidos, el Salvador emergería seco de entre el océano de gel hidroalcóhólico, lágrimas y soledad de la pandemia. A Illa no le hicieron un lipdub, pero les faltó el canto de un duro, y así lo subieron en un caballo tan ganador que es posible que termine perdiendo. Digo que los conjuros sanchistas al candidato del PSC sacaron tanto de casa a los salvadoristas que se cree que también sacarán de casa a los contrarios. Ahí es donde la Borrás consigue posicionarse frente a Salvador Illa convertido en estrella del rock de los españolazos y frente a Pere Aragonés al que la candidata llevaría en un hombro, si fuera un loro.